De los clichés que las mujeres han soportado estoicamente a lo largo de la historia esta el creer que el fútbol es cosa de hombres. Tener las ganas de practicar con “la pecosa” era sinónimo de ser tildadas de “marimachas” y si por ahí había magia en los pies los comentarios sexistas y machistas iban desde el más simple hasta la insinuación de revivir los consejos de brujas de la inquisición. Sin embargo, la mujer hincha fervorosa de un equipo ha sufrido peores vejámenes y ofensas que aquellas pioneras futbolistas.

La más generalizada es que las mujeres no saben de fútbol, cómo si saber de fútbol estuviera ligado a tener una próstata en el cuerpo y no un cerebro en la cabeza. Existen aún mentes arcaicas que creen que por el solo hecho de ser hombres ya entienden más de la presión por toda la cancha, la zona mixta en la pelota quieta, el orden en el retroceso, etc. Además, los propios hombres hemos creado un sinfín de conceptos intrincados para complicar algo que debería ser más simple de jugar y entender.

El “aguante” y la pasión también tiene su lugar, desafortunadamente grande, en las ofensas hacia las mujeres así la proporción en las gradas del estadio sea cada vez más cercana a la paridad. Siendo su visión más amplia y menos cerrada que la de nosotros los hombres, deberían ser tenidas más en cuenta a la hora de liderar procesos de las barras y organizaciones de hinchas como lo ha hecho la UNIBAM, al nombrar a Rochy Pérez, de la barra Estrella Embajadora, como presidente, siendo ella la primera mujer en acceder a ese cargo en su historia.

Las redes sociales han contribuido a que ese bullyng eterno tuviera una erupción desagradable, pero también a que estás conductas medievales sean condenadas y cada vez menos aplaudidas en chistes flojos. Ayer mi mamá volvió al estadio, alguna vez pensó que no volvería, y fuimos felices otra vez al abrazarnos en un grito de gol. Ella sufrió mucho de todo este machismo trasnochado, de todos esos chistes horribles que mandan a la cocina a las mujeres por expresar lo que piensan y sienten, de toda esa godarria futbolística que los hombres creamos.

Gracias mamá. Gracias por siempre haber sido rebelde con la ida al estadio, por no dejar nunca que algún comentario o trato desafortunado te desanimara a seguir tu corazón azul, por siempre ser esa hincha fiel que todo lo ve en azul y blanco. En mi caso todo es la herencia de mamá.

@maugor