Todos tenemos la esperanza de algo, la ilusión que algo venga y siga alimentando las fuerzas del siguiente paso. Comprar un carro, salir de viaje, ir a su primera cita con la persona que le gusta o la triste ilusión de la quincena que viene. Todos las renovamos de algún modo y de manera misteriosa siempre están ahí para recordarnos: hay que seguir. Tengo claro que mis ilusiones con Millonarios, al menos por un buen tiempo en el futuro y pasado, me las invento yo y pocas veces me llegan de donde deberían venir.

Enrique Camacho en la última Asamblea apeló a la luz más importante de nosotros los hinchas para que pedir calma y paciencia con los resultados que no llegan. Habló de tener fe, esperanza e ilusión permanente en que en el futuro cercano los directivos entenderán la grandeza de Millonarios, los dueños aportarán las sumas necesarias para tener una sede de acuerdo a nuestra historia, un equipo de futbol lleno de jerarquía y que en consecuencia alzaremos estrella tras estrella. No me pude ilusionar en lo más mínimo.

El equipo del profesor Gamero también pide calma y que veamos el ladro alegre y feliz de los partidos. Habla de hacer frente a otros rivales, de no perder por ingenuidades, pero poco de la falta de brillo, la ausencia de la llama que hace que las esperanzas nunca se extingan en los corazones de los hinchas. Anoche otro triste 0 a 0 que hace volver a rebuscar de cualquier lado las posibilidades reales de clasificar. Como hace menos de 6 meses, Millonarios juega como equipo de media tabla, sus dirigentes y cuerpo técnico declaran como equipo chico, mientras que los hinchas sufrimos por la grandeza que actualmente nadie nos muestra.

Mi ilusión con Millonarios será eterna, mi sensación de invencibilidad cuando el árbitro pita será indivisible a la posición en la tabla y mis ganas de soñar a cada comienzo de torneo no dependerán de otros; yo solito cerraré los ojos y tomaré los retazos de viejas ilusiones, como con un nuevo amor que nace, y me sentaré frente al televisor a ver a Millonarios. Eso sí, que bueno sería que Enrique Camacho y Alberto Gamero de vez en cuando nos dieran una mano, nos ayudaran a que esa ilusión sea más diáfana y menos forzada, y nos pusieran en el lugar que queremos.

Cierro los ojos, veo Águilas vs Millonarios y la Asamblea de la semana pasada y todo me dice que otra vez, muy pronto, tendré que buscar en los retazos de mi corazón azul roto, toda la fuerza para seguir.

@maugor