Después de romper la racha de 9 años sin títulos con la magnífica conquista de la estrella 12 en diciembre de 1987, Millonarios se dispuso no solo a defender su título en ese campeonato de 1988, sino a luchar por la conquista de la Copa Libertadores, como consecuencia de conseguir arrebatarle la corona local al América de Cali, el finalista continental de las 3 ediciones anteriores. El objetivo era ambicioso, pero alcanzable teniendo en cuenta la calidad del plantel albiazul y la mística del equipo más importante de Colombia. Incluso el técnico Luis Augusto García viajó a Montevideo  durante el mes de enero para observar la liguilla final del campeonato uruguayo, de donde saldrían los rivales de Millonarios y América para la primera fase de la Copa. Sin embargo, el año no empezó con los mejores auspicios debido a una serie de errores de planificación.

En primer lugar, los directivos de la época y el técnico García menospreciaron el desgaste sufrido en la campaña de 1987 (que se ganó de punta a punta) por una serie de jugadores que lo dieron todo, pero que ya pasaban de los 30 años, y decidieron que para el primer semestre Millonarios no tendría ningún refuerzo. Esto fue un gran error porque, por poner un ejemplo, el líder de la zaga y capitán del equipo Miguel Augusto Prince inició el nuevo año lesionado, y nunca pudo recuperar su mejor nivel debido a la falta de recambios; algo similar pasó con Germán Gutiérrez de Piñeres. Además, Millonarios le dio salida a dos jugadores como Gildardo y Barrabás Gómez que ya no eran titulares (Barrabás había perdido el puesto tras la llegada de Mario Vanemerak, y Gildardo era suplente del “Mico” García) pero que le daban al equipo alternativas y recambios. La salida de los dos principales jugadores de recambio de la defensiva, y la negativa a invertir en nuevos refuerzos (a excepción de la llegada de Alberto Gamero, jugador de gran aporte) serían dos errores que Millonarios pagaría muy caros.

De este modo Millonarios se dispuso a defender su corona, y a preparar su participación en la Copa Libertadores con la siguiente nómina:

Arqueros: Rubén Cousillas, Fabio Calle y Omar Franco

Defensas: Hernando “Mico” García, Germán Gutiérrez de Piñeres, Daniel Segura, Miguel Augusto Prince, Wilman Conde, Cerveleón Cuesta, José Díaz, Gabriel Quimbaya y Alberto Gamero.

Volantes: Alirio Girón, Carlos Meza, Mario Vanemerak, Eduardo Pimentel, John Rivera, Nilton Bernal, Juan Carlos Díaz, Jorge Raigoza y Mario Hernán Videla.

Delanteros: Carlos Enrique Estrada, Eduardo Óscar “Pájaro” Juárez, Rubén Darío Hernández, Arnoldo Iguarán y Jair Abonía.

Hubo otro aspecto relacionado con el campeonato de 1988 (de profundas consecuencias para el campeonato, y para el futuro) y es que a pesar de que el campeón defensor era Millonarios, y el subcampeón América (y entre los dos equipos ganaron 8 de los anteriores 10 campeonatos) el favorito del periodismo deportivo era Atlético Nacional. El año anterior había iniciado el ciclo triunfal de la selección Colombia (que continuaría en 1988 con el famoso empate en Wembley), y debido a la presencia de los técnicos Maturana y Gómez en los dos conjuntos, además de la rosca paisa, se vendió la mentira de que Nacional equivalía a la selección Colombia, y que lo más “justo” era la coronación de ese equipo… poco importaba para el periodismo que los jugadores más importantes de la selección fueran Carlos Valderrama (Montpellier), Bernardo Redín (Deportivo Cali), Freddy Rincón (Independiente Santa Fe) y Arnoldo Iguarán (Millonarios), y que fuera este último a posteriori el verdadero héroe de la clasificación a Italia 90.

En medio de los graves vicios del fútbol colombiano de la década de los 80´s (vicios de los cuáles todos fueron partícipes) los medios optaron por señalar todo aquello que, a su juicio, perjudicaba a Atlético Nacional, y a silenciar todo lo que los favorecía: La visita al Atanasio Girardot era considerada de alto riesgo por la presión externa (un par de veces tuvo que ser sancionada esa plaza), y había jueces antioqueños, como el recordado Jesús Díaz, que al dirigir partidos de Nacional como local cantaban el himno departamental con la mano en el pecho, lo que lógicamente sembraba dudas sobre su imparcialidad entre los equipos visitantes. Todo este trato de favor terminó por radicalizar las posiciones a medida que avanzaba el torneo, y aunque al final se impuso el mejor equipo hubo situaciones que alimentan la polémica hasta el día de hoy.

Torneo Apertura

El sistema del torneo Apertura de 1988 consistió en 3 pentagonales (debutaba el torneo de 15 equipos en vez de los tradicionales 14 por la inclusión del ya extinto Sporting de Barranquilla) a doble vuelta, que daban paso a 5 triangulares (los tres primeros de los pentagonales en un grupo, los tres segundos en otro, etc.). Después de las 12 fechas se entregaría la bonificación de 1 punto para el primero, 0.75 para el segundo, 0.50 para el tercero, y 0.25 para el cuarto.

Millonarios estrenó su título con un preocupante empate a cero goles con el Cúcuta en el estadio el Campín, y una derrota con Bucaramanga en el Alfonso López por 1-0, que demostraron que el campeón no tenía el mismo nivel de unos meses atrás. Después de las dos primeras fechas se disputó la tradicional Copa Marlboro en Miami, donde Millonarios no podría revalidar su título, que quedaría en manos de Atlético Nacional. Esto alimentó los esfuerzos del periodismo por colocar a Nacional como el equipo con el mejor fútbol del país, y el que merecía por anticipación la corona, con lógicas molestias de los hinchas de Bogotá y Cali, que reconocían que el equipo verde de Antioquía jugara bien al fútbol, pero no que fuera el mejor equipo.

Después de la Copa Marlboro, y con el regreso del “Nano” Prince a los terrenos, Millonarios recuperaría posiciones derrotando por 3-2 a Tolima en el Campín (goles de J.C. Díaz, Abonía y Juárez) y a Santa Fe por 1-0 con gol de la “Gambeta” Estrada en el primer clásico del año. Después caería como visitante ante Cúcuta por 3-1 (anotación de Estrada), vencería 3-0 a Bucaramanga en el Campín con goles de Bernal, Juárez e Iguarán, a Tolima en Ibagué por 1-0 con anotación de Vanemerak, y vencería a Santa Fe por 1-0 en el segundo clásico del año, en medio de la polémica: un penal lanzado por Prince en los últimos minutos se estrelló en el horizontal, y el rebote lo mandó al fondo de la portería Vanemerak… los santafereños consideraron que Prince había tocado el balón después del rebote, lo que invalidaba la jugada, pero los jugadores de Millonarios aseguraron lo contrario. Finalmente el gol fue válido, y con 11 puntos Millonarios se proclamó ganador de su pentagonal, accediendo al triangular de los ganadores de grupo con Pereira y Nacional.

En el triangular lamentablemente Millonarios mostró un nivel bajo, y aunque no fue nunca vencido terminó empatando todos los partidos (0-0 y 0-0 con Pereira, y 0-0 y 1-1 con Nacional, con el único gol marcado por Prince en Medellín). Como consecuencia de esto, Millonarios terminó en el tercer lugar del Apertura con 15 puntos, por detrás de Nacional con 20, América con 17 y por delante de Deportivo Cali con 13, ganando así el 0.50 de bonificación… que sabía a muy poco. Las lesiones, las salidas de jugadores y la falta de suficientes refuerzos habían pasado factura, y el manejo de García se caracterizó por descargar las culpas de los tropiezos en sus dirigidos, lo que provocó divisiones en el plantel. Estas divisiones se ocultaron pensando en la participación en Copa Libertadores, pero constituían una bomba de tiempo que amenazaría con derrumbar todo el sueño del bicampeonato.

Torneo Finalización Parte I

Para el segundo semestre los directivos consiguieron como único (aunque muy rendidor) refuerzo al paisa Hugo Galeano, para tomar la banda izquierda de la defensa. A pesar de esta llegada, Millonarios continuó con altibajos en el torneo finalización derrotando a Sporting por 3-0 en el Campín (goles de de Videla, Pizza y Estrada), cayendo por 2-1 en Ibagué ante Tolima (gol de Iguarán), derrotando por 1-0 a Quindío en el Centenario (gol de Bernal), cayendo por 1-0 ante DIM en el Campín, venciendo por 3-1 a Cúcuta en la frontera (goles de Gamero, Estrada e Iguarán) antes de caer sorpresivamente ante Santa Fe por 3-2 en el tercer clásico del año (goles de Vanemerak y Estrada) en la primera derrota en clásicos desde 1984, y la última antes de 1991. Además, se perdió por expulsión al “Pájaro” Juárez (García lo culpó directamente de la derrota ante los periodistas en un acto no solo cobarde sino imprudente de cara a la unidad del grupo antes de la Copa) y por lesión a Wilman Conde. En la siguiente fecha se caería por 1-0 en Manizales ante Cristal Caldas, lo que ocasionaría una minicrisis al interior de la institución, con el plantel completamente dividido (los medios de la época hablaban de dos bandos: uno en contra de García, liderado por Prince, y uno a favor de García liderado por Pimentel) y grandes dudas sobre el rendimiento futbolístico. Antes del inicio de la Copa Millonarios venció 2-0 a Unión Magdalena en el Campín, en un resultado que dio alientos a pocos días del primer partido de Copa ante un América que tampoco estaba jugando bien.

Copa Libertadores

La Copa Libertadores era el gran objetivo de 1988, y para ello el técnico García había viajado en enero a observar a los rivales y los directivos habían prometido refuerzos para el segundo semestre (que nunca llegaron). El primer duelo era clave ante América en el Campín, ya que luego Millonarios tendría que visitar sucesivamente a Wanderers, Nacional de Montevideo y América en Cali.

Consciente de esto, el técnico García planteó un esquema a la ofensiva. Lamentablemente lo hizo de una forma muy imprudente para el estilo de juego de América, puesto que subió a Alberto Gamero hasta la mitad de la cancha para presionar, y dejó la defensa atrás solo con tres elementos: Miguel Augusto Prince, Hernando García y Cerveleón Cuesta, quienes jugaron además adelantados. Esto directamente fue un suicidio (y cualquiera que haya visto jugar a ese América lo entenderá fácilmente) puesto que implicó que el “Mico” García y Cerveleón Cuesta deberían enfrentar, con muchos metros de espacio, a dos verdaderas culebras como lo eran Anthony de Ávila y Orlando Maturana, mientras el “Nano” Prince debía chocar mano a mano con otro coloso llamado Ricardo Gareca, y además tratar de llegar a los cierres. Todo esto teniendo detrás a un arquero como Cousillas que en la Copa demostró todas sus falencias, y que aunque no era el desastre absoluto que pinta la leyenda, estaba muy lejos del nivel de verdaderos monstruos como Vivalda, Falcioni, Carrabs y Goycochea… por ello, mientras Falcioni atajó en un arco lo que no está escrito, Cousillas dejó pasar en el otro todo lo que llegaba. Los goles de Pimentel y el “Pájaro” no fueron suficientes para contrarrestar los yerros de su arquero ante un América que jugó muy cómodo gracias al planteo errado de García… planteo que además completó con el cambio de Juan Carlos Díaz por el “Panza” Videla, en el momento en que Videla estaba jugando como en sus mejores épocas de 1987 y empujaba al equipo hacia el empate.

Después de esta dura derrota, Millonarios ganaría dos partidos en el torneo finalización (1-0 al Cali en el Pascual Guerrero con gol del Pájaro, y 3-1 a Junior en El Campín con dos goles de Vanemerak y uno de Juárez) antes de viajar a Montevideo. Sin embargo, después de este partido, y justo antes del viaje, la bomba de tiempo que existía en el vestuario por los conflictos de García con la mitad del plantel finalmente explotó: Mario Hernán Videla criticó los planteamientos del técnico, y afirmó que al equipo le faltaba mucho trabajo táctico. La respuesta de García fue apartar del equipo a Videla por “insubordinación”, y al “mico” García y Rubén Darío Hernández por “bajo rendimiento”.

Bajo este sinnúmero de conflictos, y con una nómina todavía más reducida de lo que ya estaba, Millonarios enfrentó los partidos de visitante contra los equipos uruguayos. En el primero, Millonarios perdió 2-1 con Wanderers (gol de la “Gambeta” Estrada) sobre la hora, con una fatal actuación del portero Cousillas. A raíz de esta derrota, y en circunstancias nunca aclaradas del todo (se habló de un enfrentamiento dialéctico en el camerino entre el técnico y el capitán) le correspondió el turno a Miguel Augusto Prince de ser apartado del plantel. Con la armonía destruida, Millonarios se jugó la vida ante Nacional de Montevideo (a la postre campeón del torneo), y el técnico García cometió el terrible error de utilizar la táctica del fuera de lugar, en copa, de visitantes en el cono sur (con los arbitrajes inherentes a esta condición) y con una defensa improvisada y un arquero con cero confianza por sus últimas actuaciones… el resultado fue un lapidario 4-1 (gol de Arnoldo Iguarán) y la práctica eliminación.

Tras el regreso al país, y luego de perder 2-1 ante América en Cali (gol de Juan Carlos Díaz) el técnico García se lavó las manos de su responsabilidad en el fracaso, y culpó completamente  a los jugadores. En una decisión favorable para el corto plazo (porque afirmó la autoridad del técnico) pero desastrosa para el porvenir (porque sembró las semillas de los desastres que vendrían años después) la directiva resolvió respaldar incondicionalmente a Luis Augusto García, y éste decidió el licenciamiento de Mario Hernán Videla, de Rubén Cousillas, y de Miguel Augusto Prince… lo de Prince fue polémico, porque era el referente del plantel en esa década, y porque a pesar de que no estaba en su mejor nivel era el defensor de mayor categoría de los disponibles en el plantel (para 1989 el técnico Ochoa Uribe lo contrató para América, y todos saben que el médico solo aceptaba arqueros y centrales de categoría), y hubiera podido perfectamente ser reemplazado mientras recuperaba su mejor forma, dándole alternativas a la defensa. Con su salida, debida en gran parte al deseo del técnico por acallar toda oposición a su autoridad, solamente quedaron como centrales de confianza Wilman Conde (lesionado) y Cerveleón Cuesta (Gutiérrez de Piñeres estaba igualmente lesionado y no contaba con la confianza de García), y ante cualquier eventualidad fue Eduardo Pimentel quien tuvo que jugar de central, dejando sin acompañante a Mario Vanemerak (ya no estaba Barrabás Gómez).

Ya con la mente puesta exclusivamente en el campeonato, y con el deseo de salvar el honor, Millonarios jugó los dos últimos partidos en el Campín, goleando espectacularmente 3-0 a Wanderers (dos goles de Iguarán y uno del “Pájaro”) y 6-1 al campeón del torneo, Nacional de Montevideo (dos goles de Vanemerak, dos de Iguarán, uno del “Pájaro” Juárez y un autogol de Martín Lasarte). Este partido demostró que Millonarios estaba en capacidad de pelearle la corona a Nacional de Montevideo, pero que sus capacidades se vieron mermadas por el flojo trabajo de la directiva en el tema de los refuerzos, y los malos planteos y manejo de grupo de García en los momentos críticos. Millonarios tenía un plantel de categoría para pelear lo que fuera, pero no contaba con un técnico de élite como sí tenía América con el doctor Gabriel Ochoa Uribe. Todos recordamos la Copa Libertadores de 1989, que se la arrebató a Millonarios un juez llamado Hernán Silva, pero pocos recuerdan la de 1988, en la que un equipo que debió pelear por el paso a la final se vio eliminado en primera ronda por los malos planteos. La Copa Libertadores de 1989 se perdió por motivos extrafutbolísticos, pero la de 1988 la perdió completamente solo Luis Augusto García, aunque él quiso desviar las responsabilidades hacia los jugadores, con el aval de la directiva de la época.

 

Torneo Finalización Parte II

 

Tras el fiasco de la copa, y con el técnico y sus decisiones ratificadas 100% por la directiva, Millonarios enfrentó la Copa Gonzalo Jimenez de Quesada, torneo amistoso en el que se conmemoraban los 450 años de la fundación de Bogotá y en el que Millonarios vencería 2-1 a la selección de Uruguay, con goles de J.C. Díaz y el “Pájaro” Juárez, y perdería en la final por 1-0 con Independiente Santa Fe.

Concluido el torneo amistoso, Millonarios reanudó su participación en el torneo Finalización con importantes bajas en su nómina, no solo por las salidas decretadas por el técnico sino por diferentes lesiones sufridas por jugadores como Wilman Conde y Mario Vanemerak, que obligaron a improvisaciones tácticas como la ubicación de Eduardo Pimentel (nuevo capitán del equipo) como zaguero central. En estas circunstancias, Millonarios perdió como visitante ante Bucaramanga por 1-0. Tras esta derrota, la plantilla se conjuró para halar del carro, y empezar a enderezar el camino en pos del título… esta derrota fue la última antes del inicio del invicto de 26 fechas, record absoluto del torneo antes de 1999.

Después de los tropiezos mencionados, y tras recuperar a los lesionados, Millonarios finalmente se reorganizó y encontró el onceno ideal, con Omar Franco en el arco (la decisión de darle la titular al tercer arquero por delante del suplente Fabio Calle fue un gran acierto de García), Alberto Gamero, Wilman Conde, Cerveleón Cuesta y Hugo Galeano en defensa; Eduardo Pimentel y Mario Vanemerak dando el equilibrio en la mitad, y por delante de ellos en labores creativas Eduardo Óscar Juárez (el “Pájaro” fue el goleador de Millonarios en todos sus años en Millonarios, excepto en 1988 porque tuvo responsabilidades de enganche… afortunadamente para suplir sus goles aparecieron los de la “Gambeta” Estrada); y en la delantera la tripleta atacante de Rubén Darío Hernández, Arnoldo Iguarán y el nuevo goleador Carlos Enrique Estrada. Era una nómina de lujo, pero con pocos recambios pues los únicos que podían aportar saliendo del banco eran Nilton Bernal y Juan Carlos Díaz… Jair Abonía tenía un nivel muy inferior al de los delanteros titulares, y el “Mico” García y Germán Gutierrez de Piñeres no eran tenidos en cuenta por García.

La recuperación inició con una victoria 3-0 ante Pereira (2 de Estrada y 1 de Juárez) y un empate en Cali ante América a un gol (anotación de Hernández), y una victoria por 3-0 ante el mismo rival en el Campín (Vanemerak, Iguarán y Estrada). Después se vencería a Pereira por 2-0 como visitantes (Iguarán x 2) y en un golpe de autoridad se vencería por 1-0 a Nacional en el Atanasio Girardot con anotación del interminable Guajiro. Después de esta importante victoria todo sería más sencillo y se vencería 3-0 a Bucaramanga en el Campín (Vanemerak, Bernal, Hernández), 2-0 a Quindío también en el Campín (Estrada e Iguarán) antes de sacar un empate a cero goles en el imponente Metropolitano ante Junior. Después de este partido se obtendría otra victoria por 1-0 ante Deportivo Cali en el Campín (gol del “Pajaro”) y por 2-1 ante Unión Magdalena en Santa Marta (Estrada e Iguarán). Después se derrotaría en Bogotá a Cristal Caldas por 2-0 (Juárez y Vanemerak) antes de enfrentar a Nacional en el Coloso de la 57. Este partido fue muy complicado, pero Millonarios se sobrepondría a un juez favorable a los verdes, que incluso expulsó a Vanemerak y regaló un penal (atajado por Fabio Calle a Higuita) con los goles de Juárez e Iguarán para una victoria por 2-1 que llevaría a Millonarios al liderato del torneo finalización. Después de esta victoria, Millonarios obtendría un empate a un gol (Juárez) en el cuarto clásico del año ante Santa Fe.

Para los últimos 4 partidos del año los malos arbitrajes, que habían sido la tónica de todo el torneo, arreciaron debido a la definición no solo de los 8 clasificados sino de la bonificación. Por eso en la siguiente fecha Millonarios venció con muchas dificultades a Cúcuta en el Campín por 2-1 (Hernández x 2) en un juego en que el juez no le otorgó a los azules tres penales claros. La siguiente fecha fue decisiva porque Millonarios sacó un empate a un gol (Iguarán) ante DIM en el Atanasio Girardot, afirmando su primer lugar, y Santa Fe derrotó 3-2 a Nacional en el Campín, asegurando el segundo lugar (esto fue determinante porque si Nacional hubiera terminado segundo hubiera sumado 1,75 de bonificación contra 1,50 de Millonarios) que deseaban desesperadamente los verdes. En la penúltima fecha, mientras Millonarios vencía 2-1 a Tolima en el Campín (Hernández y Estrada), sucedía otro episodio bochornoso del torneo dentro de la lucha entre Santa Fe y Nacional por el segundo bono: Santa Fe perdía en Armenia por 1-0 y el juez decidió dar más de 10 minutos de adición, dándole así tiempo a los santafereños para igualar el partido y asegurar su bonificación, lo cual derivó en una verdadera batalla campal entre jugadores, hinchas y jueces… al final el partido se canceló y se le dio por ganado a Santa Fe por 2-0, aunque este hecho no alteró las posiciones finales. En la última fecha Millonarios venció 1-0 a Sporting en Barranquilla (Estrada) y con 42 puntos terminó ganador del torneo Finalización, por delante de Santa Fe con 41, Nacional con 39 y Junior con 38. Los clasificados a la final fueron Millonarios, América, Santa Fe, Nacional, Junior, Pereira, Quindío y Cúcuta.

 

Octagonal final

El sorteo le deparó a Millonarios una primera vuelta favorable (5 partidos de 7 jugados en el Campín), por lo que el campeón defensor arrancó con todo en búsqueda de marcar una importante ventaja. En la primera fecha Millonarios goleó sin compasión a Quindío por 6-0 en el Campín (Vanemerak, Iguarán, Bernal, Hernández y Juárez x 2), demostrando que quien quisiera la corona tendría que demostrar un nivel superlativo para arrebatársela de las manos a Millonarios.

Antes de la segunda fecha, el 1 de Noviembre de 1988, ocurrió el hecho más lamentable del torneo: El juez Armando Pérez fue secuestrado en la ciudad de Medellín. El árbitro fue liberado el día 3 de noviembre con un mensaje en que los secuestradores, haciendo referencia al partido entre Quindío y Santa Fe en el que consideraban que Nacional había sido perjudicado, amenazaron a los jueces que “no pitaran bien” y favorecieran a Santa Fe y América (el entonces presidente del Cúcuta había invadido la cancha en el duelo Cúcuta – América de la primera fecha quejándose del arbitraje). A partir de este momento el torneo nunca se desarrolló normalmente, y fue un feo preámbulo de los tristes sucesos de 1989.

En la segunda fecha Millonarios tuvo la victoria en las manos en la ciudad de Cali ante América por 88 minutos, tras el autogol de Álvaro Aponte, aunque al final acabaría cediendo un empate a un gol. En la tercera fecha, en el Campín de Bogotá, Millonarios derrotó 1-0 a un Nacional que solamente se defendió los 90 minutos, con el recordado gol de volea (con pierna derecha!!!) de Wilman Conde desde la media luna, tras el centro de Rubén Darío Hernández y la bajada de pecho del “Pajaro” en el minuto 89. En la cuarta fecha, y con localía santafereña, hubo choque de invictos entre un Santa Fe que llegaba con 22 fechas sin perder y un Millonarios que tenía una marca de 2 juegos, y que terminaría con victoria albiazul por 2-0 por los goles de Pimentel y Hernández.

A continuación, Millonarios tuvo su único tropiezo como local del octagonal al empatar a un gol con Pereira con anotación del “Pájaro” (por supuesto, el hecho de que el gol del Pereira fue en fuera de lugar, y que Nacional fue ayudado sutilmente por el juez en Cali para empatar con América, no fue demasiado mencionado por la prensa). En la sexta fecha se obtendría la primera victoria como visitante por 1-0 en Cúcuta (Estrada), y en la fecha final de la primera vuelta Millonarios vencería con mucho trabajo a Junior en el Campín por 3-2 (tripleta de Estrada), para terminar como líder del octagonal en la primera vuelta con 13,50 puntos en 7 juegos, aunque debido a algunas decisiones polémicas pero sutiles (el empate del Pereira en el Campín en fuera de lugar, el empate de Nacional en Cali, y la victoria en Medellín contra Santa Fe, partidos en que hubo quejas de los equipos rojos pero en los que los jueces estaban muy presionados por el tema del secuestro) la ventaja sobre Nacional era solo de 2 puntos.

La segunda vuelta arrancó con victoria albiazul en Armenia (gol de la “Gambeta”) antes de que el torneo se saliera definitivamente de las manos con una serie de partidos polémicos que pusieron en la picota el nombre de Millonarios y la consecución del título 13, aunque, como se verá más adelante, el equipo más favorecido no fue precisamente el onceno embajador.

Los cinco partidos de la polémica

Millonarios 2 – América 1: En la fecha 9 Millonarios enfrentó un partido durísimo ante América en el Campín, y se puso en ventaja con gol del “Pájaro”. Después del empate americano el visitante marcó un segundo gol que fue anulado por un fuera de lugar pasivo de Gareca, aunque los azules manifestaron que el atacante distraía a Omar Franco pese a no participar en la acción. Los escarlatas protestaron no solo la anulación del gol sino el hecho de que el juez acabara cada tiempo a los 45 minutos exactos, sin reposición, en momentos en que América tenía el balón y atacaba con posibilidades. Millonarios ganaría el partido con un gol de penal de Mario Vanemerak, pero lo cierto es que América mereció el empate. Este partido fue muy aprovechado por los sectores favorables a Nacional para colocar al equipo de su preferencia como el “justo” campeón, silenciando todo lo que ocurría en Medellín, que favorecía ampliamente a los verdes.

Nacional 3- Millonarios 1: Fue el final del invicto azul, e hizo que los dos equipos quedaran igualados en puntos (con liderato de Nacional por el gol diferencia). Antes y después del partido Millonarios sufrió intentos de agresión en el aeropuerto, en el hotel y en el estadio, y los periodistas Munera Eastman y Weimar Muñoz prepararon un ambiente hostil contra Eduardo Pimentel por haberse atrevido a no alabar el juego de Nacional en una entrevista previa. Millonarios se fue al descanso perdiendo por 1-0, pero empezando el segundo igualó la “Gambeta” Estrada con aquella recordada anotación en que durmió el balón con la cabeza, se volteó, ingresó al área y remató cruzado. La “Gambeta” fue agredido desde la tribuna y tuvo que ser reemplazado y hospitalizado por un hematoma en un ojo, lo cual era suficiente para suspender el partido… pero no en el Atanasio Girardot. Después Millonarios tuvo para ganar el partido con dos contragolpes mortíferos en que Rubén Darío Hernández quedaba solo contra Higuita, pero en los que la terna arbitral marcó fueras de lugar inexistentes. Al final sería victoria verdolaga por 3-1 en un partido que Millonarios mereció ganar, incluso con la pérdida de Estrada, su jugador más desequilibrante. Sin embargo, la prensa no juzgó este partido con el mismo rasero con que criticó el Millos vs América, y tuvo que ser Eduardo Pimentel el que enviara una carta abierta quejándose de lo sucedido en Medellín y señalando que llegó a ser amenazado de muerte (ver la página 3C de El Tiempo el 9 de diciembre de 1988

Millonarios 2 – Santa Fe 1: Después del desgaste sufrido con América y Nacional, Millonarios enfrentó el sexto clásico del año en inferioridad de condiciones, y lamentablemente,  fue favorecido por el arbitraje en una forma decisiva ante un Santa Fe que mereció ganar. Es un hecho que los hinchas de Millonarios reconocen y lamentan, pero que está inmerso en medio de un torneo complicado e irregular, con grandes presiones extradeportivas y muchas polémicas de las que todos los equipos fueron parte de una u otra forma. Millonarios empezó perdiendo con un error de Omar Franco, y empató sobre el filo del descanso con un gol de Iguarán en fuera de lugar. Sobre el final del partido Rubén Darío Hernández corría hacia el marco santafereño, pero fue derribado a tres metros del área… y el juez decretó un penal (muy parecido al penal otorgado a Santa Fe en Ibagué en el Apertura de 2007) que fue convertido a gol por Mario Vanemerak. Este penal siempre ha sido muy criticado (con razón) por los santafereños, pero también ha sido aislado en su contexto para señalar equivocadamente que el equipo favorecido en 1988 fue Millonarios y no Nacional (en un intento por tapar lo sucedido en 1989).

Nacional 1 – América 0: Millonarios viajó a Pereira en medio de los señalamientos de los hinchas rivales por lo sucedido en el clásico (se entiende lo de los hinchas de Santa Fe, pero no lo de los hinchas de los otros equipos), guiados en esto por el periodismo deportivo que, ocultando la ayuda sistemática a Nacional y todo lo que pasaba en Medellín a visitantes y árbitros (amenazas, secuestros, presiones), indicaban que el campeón debería ser el equipo verde. Fue tanta la presión que Eduardo Niño y  el “Pájaro” Juárez, expulsados al final del clásico, fueron suspendidos por 3 fechas, lo que traía como consecuencia que Millonarios perdía a su goleador-enganche por el resto del torneo, y que Eduardo Niño no estaría en el marco santafereño en la fecha final en el Campín… ante Nacional.

Afortunadamente para Millonarios, para las últimas tres fechas apareció la figura de Nilton Bernal en la labor de enganche que hasta entonces venía desempeñando el “Pájaro”, más los goles de la “Gambeta” que nunca fallaron. En estas condiciones Millonarios enfrentó en el Hernán Ramírez Villegas a un Pereira que se dedicó al Kung-Fu para golpear a los jugadores azules frente a un juez central que se veía muy presionado para evitar sacar tarjetas. Vanemerak falló un penal en el primer tiempo (celebrado como un gol en contra de Millonarios por los hinchas en el Campín y en el Atanasio Girardot), pero en pleno segundo tiempo Nilton Bernal apareció con 3 goles y Carlos Enrique Estrada con 2 (después 3 jugadores del Pereira terminaron expulsados por el juego violento), para devolverle a Millonarios el liderato por el gol diferencia.

Mientras tanto, Nacional sufrió mucho en su compromiso contra un América plantado para el contragolpe y que sacaba un 0-0 que lo dejaba con vida en sus aspiraciones de Copa Libertadores… hasta que el juez se inventó un penal que le permitió a Higuita marcar, y a Nacional sumar dos puntos de manera injusta. Por supuesto, esto no le pareció a algunos sectores suficientemente grave, como tampoco lo fueron los sucesos del Nacional vs Millonarios, pero sí lo fueron los de los partidos de Millonarios contra América y Santa Fe.

Millonarios 5 – Cúcuta 0: Consciente de que el título lo definiría el gol diferencia, Millonarios salió a arrollar a Cúcuta, mientras ese equipo, cuyo presidente había manifestado que quería que Nacional fuera campeón, se dedicó a obstruir y a tratar de impedir que los albiazules marcaban. El partido concluyó 2-0 en el primer tiempo con un expulsado visitante (con toda justicia), y el presidente del Cúcuta le dio a sus jugadores en el camerino la orden de fingir lesiones para terminar el partido por sustracción de materia y evitar que Millonarios mejorara su gol diferencia. Millonarios ganaba por 5-0 en el minuto 15 del segundo tiempo (goles de Iguarán x 2 y Estrada x 3) cuando el Cúcuta ejecutó el plan de su presidente y se quedó con “solo” 6 jugadores, dando por terminado el partido. Se entiende a quien favorecía esta determinación en la lucha por el título, pero afortunadamente Millonarios acabó con 4 goles de ventaja sobre Nacional, y dependía de sí mismo para ganar el título, aunque tendría que definirlo en la plaza que históricamente le ha sido más complicada: Barranquilla, y ante Junior.

 

La definición del título

El ministro de educación de la época, Manuel Francisco Becerra decidió intervenir (fue un poco tarde) para impedir que la situación se terminara de salir de control, y avisó que el gobierno no prestaría los estadios a menos que los clubes se comprometieran con el juego limpio, y presentaran en la fecha final sus mejores nóminas, para evitar suspicacias en la definición (las alineaciones de los equipos en la fecha final debían ser aprobados por los alcaldes de las plazas).

En estas circunstancias, Millonarios visitó el Metropolitano, mientras Nacional lo hacía en el Campín, con la obligación de solo igualar el resultado de los verdes para ser campeón. Sin embargo, las circunstancias daban para el pesimismo porque además de la dificultad de la plaza a la que tendría que ir a definir el título (y en la cual había perdido el título de 1984 en la última fecha) se sabía que Junior quería evitar que Millonarios diera la vuelta olímpica en el Metropolitano, y Edgar Perea, en una de las innumerable “volteadas” de su carrera, se había declarado incondicional seguidor del fútbol de Nacional aleccionando a los hinchas tiburones para esto. Por el contrario, era imprevisible lo que pudiera pasar en el Campín con Santa Fe y la posibilidad real de que le dejara ganar a Nacional.

Sin embargo, hay que reconocer algo y es que el cuadro santafereño tuvo amor propio y dignidad para salir a buscar el partido sin caer en la tentación de entregar el triunfo para “vengarse” de Millonarios, en una actitud que los honra… y que contrasta con la de Nacional y sus hinchas, que le gritaban a los santafereños que los dejaran ganar para que el campeón no fuera Millonarios. Claramente para los verdes, las cosas no había que ganárselas sino que se las tenían que entregar en bandeja de plata (actitud que contaminó el fútbol colombiano a partir de esa década).

La definición empezó mal porque Millonarios acabó el primer tiempo perdiendo en Barranquilla 1-0 (gol del Kiko Barrios) mientras Nacional ganaba en el Campín por el mismo marcador (gol de Tréllez). Sin embargo, empezando el segundo tiempo Mario Vanemerak tomó un rebote para vencer a Carrabs y dejar el título a solo un gol de distancia. Millonarios luchó todo el segundo tiempo por ese segundo gol ante un Junior que se defendía bien, pero este no llegaba… y cuando más se sentía el desespero, el gol llegó del lugar menos esperado: del Campín, pues Sergio Ángulo (al final le ganaría a la “Gambeta” Estrada el título de goleador del año por solo dos anotaciones) igualó el partido en Bogotá. Con ambos partidos igualados el título sería de Millonarios, y aunque el equipo azul luchó por la victoria hasta el final (hubo un gol de Junior anulado correctamente por falta sobre Franco, pero que Perea y Nacional protestaron) el segundo gol no llegó y el partido en Barranquilla acabó 1-1, con 3 interminables minutos por jugar en Bogotá, en los que Santa Fe tuvo la suerte de Millonarios en sus manos.

Esos tres minutos fueron eternos, y se simbolizaron con la imagen de Omar Franco, de rodillas, rezando en la grama del Metropolitano, mientras en Bogotá el arquero Fernando Hernández desviaba al horizontal un cabezazo de Tréllez que era el gol del título verde (la actitud correcta de Santa Fe en esta fecha contrasta con la de Nacional, que tuvo el descaro de señalar que el gol de Santa Fe era fuera de lugar, y que lo otorgaron para favorecer a Millonarios… en ese orden de ideas, era más práctico para Millonarios arreglar el juego que empató con angustias en Barranquilla)… finalmente el partido terminó, y Millonarios entró en la historia al dar la primera vuelta olímpica del nuevo y moderno Metropolitano, en una celebración emotiva, que empezó en Barranquilla y culminó en Bogotá, con una hinchada orgullosa que se volcó a las calles a gritar el “campeón, Millos campeón”.

 

A pesar de las polémicas del torneo, que fueron consecuencia de los grandes vicios que el fútbol colombiano incubó al final de la década de los 70´s y que son de sobras conocidas, lo más relevante es el esfuerzo y la categoría de un grupo de jugadores que le dieron al club más importante del país su última corona (Iguarán, Vanemerak, Pimentel, Juárez, Estrada… y Prince, el Nano era parte importante del equipo bicampeón aunque García decidiera otra cosa) a pesar de todas las dificultades, errores y presiones. Ciertamente Millonarios recibió ayudas arbitrales, que fueron señaladas en esta entrada porque son cosas que se deben reconocer (y que se han pagado amargamente a lo largo de muchos años) pero jamás fue el equipo más favorecido… de hecho, si se reasignan los puntos de los partidos polémicos del octagonal con los resultados que hubieran sido justos, con empate entre Millonarios y América en Bogotá, empate entre Nacional y América en Medellín, victoria de Santa Fe en el clásico y victoria de Millonarios en Medellín, el campeón hubiera sido Millonarios con 23.50, seguido de Nacional con 21.50, América con 20,75 y Santa Fe con 18,75… es decir, el mismo resultado final pero con menos sufrimiento y polémica. Al final, y a pesar de todo lo sucedido, se impuso el que era el mejor equipo.

 

A partir de este octagonal se estableció en Colombia un nuevo clásico, el de Millonarios contra Nacional, el partido del bien contra el mal, que desde entonces siempre ha sido marcado por la polémica no importa las circunstancias. En los años 1987 y 1988 estos equipos se enfrentaron en 12 oportunidades con 6 victorias de Millonarios, 4 empates y solo 2 de Nacional, lo que marca la supremacía azul, que solo podría ser rota en 1989 merced al recordado y escandaloso arbitraje de Hernán Silva en la Copa Libertadores. A pesar de que la maquinaria periodística, aprovechando las décadas de ostracismo de Millonarios haya querido vender otra cosa, Millonarios siempre fue mejor que Nacional. Igualmente, para Millonarios tuvo la consecuencia negativa del afianzamiento de la figura de Luis Augusto García dentro de la institución, después de ganar el pulso con la plantilla, con nefastas consecuencias para el futuro.

Estas dos décadas de ostracismo tuvieron muy pocos momentos en que los respectivos planteles azules llegaron al menos a rozar la gloria (Popovic 94, Prince 96, Umaña 97, Peluffo 03 y Vanemerak 07) y por ello el antiguo Millonarios llegó a su fin teniendo como últimos ídolos a los titanes que dieron esa luchada vuelta olímpica en el Metropolitano. El nuevo Millonarios, gracias al esfuerzo del doctor José Roberto Arango, nace con el legado de grandeza de esos jugadores incomparables, y sin los vicios que desviaron el camino en la década de los 80´s. A partir del nacimiento del nuevo Millonarios regresa la esperanza de encontrar los sucesores de los Prince, Iguarán, Vanemerak, Pimentel, Juárez y Estrada, con nuevas estrellas colgadas en el escudo, y nuevas generaciones que puedan liberar ese grito atragantado por muchos años: “campeón, Millos campeón”… falta camino, pero se está en la ruta correcta.

JEAN ALEXANDER PULIDO