“¿Entonces todo lo que haga Silva está bien?” me preguntó un amigo el sábado durante el primer tiempo del partido, mientras discutíamos si estaba bien que le gritara a Emerson en una jugada en la cual este segundo estaba peleando contra uno de los hijos, después de que este lo pisara. Recordé, cuando leí estas palabras, las no pocas veces que durante el debate de Lm.net nos han escrito en el chat cosas como: “Silva estaba desaparecido y acá no hablan de el” “Acá defienden a Macalister sin importar nada” “Acá son soldados de Maca”.

Yo no puedo hablar por la gente que comparte panel conmigo, aunque supongo sus respuestas, pero yo, Raúl Escobar, sí soy soldado del capitán. Aunque, no se confunda querido lector, no soy tonto y no le aplaudo todo lo que hace, no creo que sea tampoco el mesías, pero sí reconozco en Maca a un ídolo en términos de que cumplió el sueño de muchos de nosotros, jugar con la camiseta azul y blanca, ser capitán y referente del equipo de sus amores.

Yo en verdad entiendo que exista gente que no quiera a Maca, la gente tiene derecho a estar equivocada, sin embargo, cuando lo veo estar en el campo con sus pisadas de microfútbol, sus guayos casi siempre negros y su sonrisa, no puedo evitar pensar que así hubiera querido ser yo. Y es que en mi opinión hoy Maca representa el barrio de esta ciudad, al niño que juega «micro» en cualquier parque de barrio y sueña vivir del futbol.

Y vivir del futbol de que manera. Acabo de ver por vez numero 100 el pase que hace desde el piso y por vez 200 el pase gol a Román; que calidad tiene Silva en sus piernas, pero también que velocidad con la que piensa. Sin lugar a duda es un diferente, él ve lo que casi ninguno de sus compañeros y casi nadie en el FPC ve, y así se ha convertido en el líder de este equipo, lleva a sus compañeros a jugar mejor y se nota su presencia en la cancha.

Hay una faceta de la personalidad del capitán, que, para mí, lo hace más cercano a nosotros (bueno a mi), que me hace admirarlo, y es que es supremamente cansón con la gente cuando no está en el campo de juego. Cuando está en el banco de suplentes (o bueno cerca de él) se sienta casi siempre encima de la nevera de Gatorade y desde el minuto 1 está alegando, hablando con Gamero sobre el funcionamiento del equipo, y molestando, sobre todo molestando, a cada uno de sus compañeros que pasa cerca o se atreve a sentarse al lado del él.

Y en las redes sociales ni se diga los videos asustando a Banguero, molestando a Carrillo, haciéndole comer pasto a Marquez o en alguna de sus bromas a Uribe, muestran un liderazgo, muchas veces invisible, que ayuda a generar grupo a crecer como equipo y a hacer más grande a Millonarios. Y es que el ambiente de trabajo es importante en cualquier lugar, hacer del equipo una familia pasa también por relajar el ambiente y a mí no se me ocurre otra forma que molestando a la gente (como hago yo todo el tiempo).

Yo seguiré admirando al capitán al que cumplió el sueño del pibe y nos representa en la cancha, por supuesto también señalando sus defectos y problemas cuando debatamos los partidos.

@Rauldc