Cuando más se requiere de esperanza e ilusión para dejar atrás los momentos dolorosos, nada mejor que recordar la faena gloriosa de un plantel que quedó en el recuerdo

En momentos en los cuáles una hinchada sedienta de gloria mira esperanzada hacia al futuro, tratando de olvidar dos décadas sin triunfos, conviene recordar un momento mágico en el cuál un plantel digno de admiración y recuerdo consiguió cabalgar un campeonato de 56 fechas de punta a punta (en términos de hoy, esto equivaldría a un bicampeonato, y a las primeras fechas del tri), además de dos torneos internacionales amistosos, para cortar una sequía de 9 años y devolverle la alegría a la afición con el diciembre perfecto, el de natilla, buñuelos, novena y Millos campeón.

Al iniciar el campeonato de 1987, Millonarios tenía una de las mejores nóminas del país, y venía de ser protagonista de los campeonatos anteriores (tercero en 1982, cuarto en 1983, subcampeón en 1984, tercero en 1985 y 1986) pero la presión era mayúscula porque en todos estos años el título se había escurrido de las manos, y eso en Millonarios se denominaba fracaso… bien lo dijo el técnico Eduardo Julián Retat cuando, tras ocupar la tercera plaza en 1986, abandonó la nave reconociendo que en Millonarios no salir campeón, o en su defecto subcampeón para disputar la Copa Libertadores, era un fracaso. Para reemplazarlo, los directivos azules sorprendieron a todos al contratar como técnico al entonces desconocido Luis Augusto García, quien aunque había estado vinculado con la dirección de las divisiones inferiores de Millonarios, solo tenía como experiencia en primera división la dirección del Deportes Quindío en el año inmediatamente anterior, equipo al que clasificó meritoriamente al octagonal.

En este punto conviene hacer una aclaración: Luis Augusto García nunca fue ni será de mis afectos, y considero que su aporte en Millonarios, combinando sus 4 etapas como técnico y su labor como socio mayoritario, es ampliamente negativa, con una responsabilidad mayúscula en lo que se refiere a nuestra situación actual… pero en esta primera etapa, cuando era un técnico joven que debía hacerse un nombre, y al cuál se le pagaba por ganar, como un empleado más del club, su labor fue excelente, y le corresponde un gran mérito en la consecución de dos títulos. A pesar de todo lo que vendría después, es justo reconocerle esto.

El nuevo cuerpo técnico se encontró con algunas salidas importantes. En primer lugar Norberto Peluffo, un pilar de los años anteriores en la posición de “8”, aceptó la oferta de América de Cali para disputar la Copa Libertadores, y mejorar su situación contractual en los dos últimos años de su carrera. Junto a Peluffo, abandonaron también el club el arquero argentino Esteban Basigalup (los intentos de la directiva por retenerlo fueron la novela de la pretemporada de 1987) con rumbo a Deportivo Cali, y el delantero Acisclo Córdoba con destino a Santa Fe.

Para reemplazar a Peluffo, la dirigencia azul acordó con el Cristal Caldas la contratación de Ricardo “Chicho” Pérez. Sin embargo, Atlético Nacional escogió como técnico al entonces adiestrador del Caldas, Francisco Maturana, y éste decidió llevarse a Pérez a Medellín, rompiendo la palabra acordada… este sería el principio de los roces entre los dos clubes.

Por otro lado, los directivos de Millonarios concretaron un negocio importante con el Deportivo Cali al canjear mano a mano a José “Cheché” Hernández, ya en el declive de su carrera, por un hombre llamado a ser ídolo en Bogotá: Carlos Enrique “Gambeta” Estrada. Como refuerzos adicionales, el club arregló el regreso de algunos jugadores propiedad de Millonarios que se encontraban a préstamo en otros clubes (Rubén Darío Hernández, Cerveleón Cuesta y Jair Abonía, entre otros), acordó la llegada del lateral Gildardo Gómez y contrató dos refuerzos foráneos, que finalmente fracasarían: el arquero argentino Ricardo “Turco” Salomón (que solo podía mostrar en su palmarés el haber escapado del descenso con Atlético Tucumán), y el volante paraguayo Rafael Bobadilla (proveniente de Olimpia).

Con estas altas y bajas, Millonarios enfrentó la campaña de 1987 con Fabio “Gallina” Calle y Ricardo “Turco” Salomón en el arco; Miguel Augusto “Nano” Prince, Hernando “Mico” García, Luis “Huevito” Gil, Germán Gutierrez de Piñeres, Gildardo Gómez, Cerveleón Cuesta y John “Pocillo” Díaz en defensa; Eduardo Pimentel, Gabriel “Barrabás” Gómez, Carlos Karabin, Germán Morales, Juan Carlos Díaz, Rafael Bobadilla y Nilton Bernal en el mediocampo; y Arnoldo Iguarán, Eduardo Óscar “Pájaro” Juárez, Carlos Enrique “Gambeta” Estrada, Rubén Darío Hernández, Jair Abonía, Jorge Raigoza y Alfredo “Pirata” Ferrer en la zona ofensiva.

El torneo Apertura constaba de dos grupos de 7 equipos (en aquel entonces solo participaban 14 equipos en el campeonato) divididos por sedes (es decir, Millonarios en un grupo, Santa Fe en el otro; América en un grupo, Deportivo Cali en el otro, etc.) más dos fechas de clásicos, para un total de 14 fechas, al final de las cuáles los dos ganadores de los grupos disputarían las bonificaciones de 1,00 y 0,75 puntos en partidos de ida y vuelta, y los dos segundos las bonificaciones de 0,50 y 0,25 puntos, para un gran total de 16 fechas. Millonarios quedó en el grupo A con Cali, Tolima, Nacional, Cúcuta, Caldas y Magdalena. Conviene recordar que en aquel entonces, y hasta 1994, se otorgaban solamente dos puntos al ganador de un partido.

 

Torneo Apertura

 

Millonarios inició la campaña derrotando 3-0 a Cúcuta en el Campín, y sacando un empate a un gol con Cali en el Pascual Guerrero (anotación del “Pájaro” Juárez), antes de enfrentar el primer clásico capitalino del año en el cuál se impondría por 2-1 con anotaciones de “Barrabás” Gómez y “Gambeta” Estrada, a pesar de perder por expulsión desde el minuto 2 a su capitán y bastión Miguel Augusto Prince… esta victoria en inferioridad de condiciones reafirmó la paternidad azul en los clásicos, en los cuáles no perdía desde mediados de 1984, y no lo volvería a hacer hasta mediados de 1988.

Después de la victoria en el clásico, y aprovechando la pausa por el campeonato sudamericano juvenil, Millonarios enfrentaría la Copa Amistosa de Miami, en la cual se impondría después de vencer a Sao Paulo y a la selección de USA. Ya de regreso en el campeonato Millonarios empataría 0-0 con Tolima en el Campín, empataría 2-2 en Santa Marta con Unión Magdalena, vencería 3-0 a Cristal Caldas en Bogotá y derrotaría 1-0 a Nacional en Medellín, a pesar de que el siempre justo “Pacho” Maturana, en su faceta como DT de la selección de mayores, convocó a Rubén Darío Hernández y a la “Gambeta” Estrada para unos partidos amistosos, mientras Nacional si pudo contar con todo su plantel. Con esta victoria, Millonarios terminó la primera vuelta como líder absoluto de su grupo, pero empezaría a sufrir una serie de lesiones en jugadores como la “Gallina” Calle, Gildardo Gómez, y más importante, en Miguel Augusto Prince y Eduardo Pimentel, dos de los bastiones del equipo. Algunos de ellos seguirían actuando intermitentemente en la segunda vuelta, pero no a su mejor nivel.

En parte por esta serie de lesiones Millonarios presentó un descenso en su nivel, y a pesar de vencer por 2-0 a Cúcuta en la frontera, cedería un empate a tres goles con Cali en Bogotá, un empate 2-2 en el segundo clásico capitalino del año, sufriría su única derrota en el semestre en Ibagué por 4-3 (con una fatal actuación del arquero Salomón, a pesar de los goles de Iguarán, Juan Carlos Díaz y Karabin), un empate a dos goles como local ante Unión Magdalena (con doblete de la “Gambeta” Estrada), y un empate a un gol en Manizales con Cristal Caldas (anotación de la “Gambeta).

Afortunadamente, a punta de corazón, Millonarios voltearía un marcador adverso ante Nacional en el Campín, empatando transitoriamente con anotación de Rubén Darío Hernández, y ganando casi en el último minuto con anotación del “Pájaro” Juárez (la pataleta de Alexis García al finalizar el juego fue de antología, y el juego se saldó con 3 expulsados, incluyendo a García y al “Pájaro”), para asegurar así el primer lugar del grupo y entrar a definir la máxima bonificación contra América, el 5 veces defensor del título. Después de una espera de más de un mes por la participación de los diablos en la primera fase de la Copa Libertadores, y de la selección en la Copa América, y cuando ya se jugaba el torneo Finalización, Millonarios ganaría el primer lugar del Apertura y el punto de bonificación al vencer a los diablos 3-1 en el Campín con goles de “Barrabás” Gómez, Mario Vanemerak y Arnoldo Iguarán, y empatar a cero goles en el Pascual Guerrero.

 

Torneo Finalización

 

Una vez acabado el torneo Apertura, y antes de la para obligada por la Copa América de 1987, se disputaron 4 fechas del finalización, en las cuáles Millonarios mantuvo el nivel discreto con que terminó el primer torneo: Se venció 4-2 a Quindío en el Campín (goles de Estrada x2, Díaz y Hernández), se empató a cero goles en Pereira, se cayó como local ante DIM por 3-2 (la única derrota en el Campín en el año) y se cayó estrepitosamente con Deportivo Cali 4-1 en el Pascual Guerrero, en la que sería la peor derrota del campeonato… la para obligada por la Copa América llegó justo a tiempo.

A pesar del triunfo en el Apertura (y de un nuevo trofeo amistoso internacional con la Copa Marlboro en Miami, al vencer al subcampeón inglés Tottenham Hotspurs, Las Aguilas de Nueva York y Atlético Nacional) era claro que habían jugadores que habían cumplido un ciclo, o no habían dado la talla, y que se necesitaban refuerzos para ir por el título. De esta manera, salieron de Millonarios Germán Morales, Alfredo “Pirata” Ferrer, Rafael Bobadilla, Ricardo Salomón y Carlos Karabín. Para reemplazarlos, las directivas consiguieron la contratación de Wilman Conde, entonces zaguero central del Cristal Caldas, y del trío argentino de Rubén Cousillas, arquero proveniente de San Lorenzo de Almagro (no era un gran arquero, pero tampoco el desastre absoluto que dice la leyenda negra), Mario Hernán “Panza” Videla, volante ofensivo campeón de América con Argentinos Juniors en 1985, y Mario Vanemerak, volante mixto de Vélez Sarfield, que llegaría en canje por Carlos Karabin.

Para ilustrar el temperamento de los nuevos refuerzos, y por lo tanto la huella que dejaron en el club, solo hay que contrastar las declaraciones de Videla y Vanemerak cuando se oficializaron las contrataciones:

Videla: “Me tengo confianza para cumplir en Millonarios, un club que se respeta en Argentina como uno de los de mayor tradición”.

Vanemerak: “Me considero un hombre temperamental en el terreno de juego, que acompaño y por ahí llego al gol… Creo que estoy mentalizado para grandes cosas y no me voy a conformar con el solo hecho de cumplir. No. Espero ayudar para sacar a Millonarios campeón… Soy un profesional y no me importa jugar en Colombia o en Europa. Lo importante es fijarse objetivos claros, rendir al máximo porque hay que entender la inversión de unos directivos por sacar adelante una institución. La única misión que llevo es la de triunfar”.

El primero cumplió y dio un aporte importante para el título de 1987, permaneciendo solo un año… el segundo fue determinante para los títulos de 1987 y 1988, y durante los 4 años que permaneció en Bogotá se convirtió en ídolo… ojalá los refuerzos que han de llegar en el futuro a Millonarios leyeran estas declaraciones una y otra vez.

Con el correr de los partidos, el técnico García encontró el equipo ideal, con Cousillas en el arco; Germán Gutierrez de Piñeres, Miguel Augusto Prince, Wilman Conde y Hernando “Mico” García en la defensa; Eduardo Pimentel y Mario Vanemerak como la muralla que daba equilibrio en el medio, y delante de ellos Mario Hernán Videla en la creación; y en la delantera Arnoldo Iguarán, Eduardo Óscar “Pájaro” Juárez y Carlos Enrique “Gambeta” Estrada. Fabio Calle quedó como arquero suplente; Cerveleón Cuesta y Gildardo Gómez como alternativas defensivas (es de anotar que Gildardo Gómez perdió la confianza del técnico cuando se supo que ya había arreglado con Nacional para 1988, lo que fue otro episodio de falta de ética por parte del club verde, que empeoró aún más las relaciones entre los clubes); “Barrabás” Gómez como suplente de Pimentel y Vanemerak, o como tercer volante defensivo para partidos que requerían mayor marca, y Juan Carlos Díaz como alternativa de creación; y en la delantera Rubén Darío Hernández como comodín, y con Raigoza y Abonía de actores de reparto. El plantel era un poco más amplio, pero estos fueron los principales protagonistas del segundo semestre del año.

El torneo se reanudó con un Millonarios renovado, que vencería 1-0 a Cristal Caldas en Manizales, 2-1 a Junior en el Campín, empataría a cero goles con Bucaramanga como visitante, y vencería a Tolima por 2-1 en el Campín (goles de Prince y Juárez) antes de caer por última vez en el torneo finalización, en el Atanasio Girardot ante Nacional por 2-1, con un árbitro localista que expulsó injustamente al “Pájaro” Juárez.  Después Millonarios vencería 1-0 a América en el Campín con gol de Vanemerak, derrotaría al entonces líder Santa Fe por 2-1 en el tercer clásico del año (goles de Juárez y “Barrabás” de penal), golearía 4-0 a Unión Magdalena como local, y cerraría la primera vuelta venciendo en Cúcuta por 2-1, con goles de Hernández y “Barrabás” de tiro penal.

Ya en la segunda vuelta, Millonarios venció 3-2 a Quindío como visitante, empató 2-2 con Pereira en el Campín (goles de Iguarán y “Barrabás”), vencería 2-1 a DIM en el Atanasio Girardot con doblete del “Pájaro” Juárez, ganaría por 3-1 a Deportivo Cali como local, con goles de Iguarán y Juárez x2, vencería 2-1 a Cristal Caldas en el Campín, ganaría por 1-0 en Barranquilla a Junior (en la última victoria en esta plaza hasta la obtenida en 1996 por el equipo dirigido por Prince y liderado por Lunari), doblegaría por 2-1 a Bucaramanga en el Campín y por 2-0 a Tolima en Ibagué, derrotaría nuevamente a Nacional en Bogotá por 2-1, sacaría un meritorio 0-0 en Cali ante América, y vencería por 2-1 a Santa Fe en el cuarto clásico del año, con anotaciones de Mario Videla y Rubén Darío Hernández, para asegurar así el primer lugar de la reclasificación y del torneo finalización, y asegurando dos puntos de bonificación para el octagonal.

En las últimas dos fechas, Millonarios sumaría empates de 1-1 ante Unión Magdalena en Santa Marta (gol de Jorge Raigoza), y de 3-3 ante Cúcuta en el Campín (goles de Estrada, Videla y “Barrabás”). Con estos empates, Millonarios alcanzaría 59 puntos en el año, estableciendo un nuevo record para este tipo de torneos (el anterior había sido de América en 1984 con 56 puntos). De esta manera, Millonarios alcanzaba nuevamente las finales, para enfrentar a América, Cali, Santa Fe, DIM, Nacional, Junior y Pereira en busca de la esquiva estrella 12.

 

Octagonal final

 

A pesar de arrancar con la ventaja de dos puntos de bonificación, Millonarios debería enfrentar no solo una primera vuelta pesada (con partidos de visitante en Cali, Barranquilla y dos en Medellín) sino el aplazamiento de la primera fecha, como local, ante América, por la participación de este equipo en la final de la Copa Libertadores ante Peñarol, lo que lógicamente iba a obligar a Millonarios a remar de atrás ante otros equipos (Santa Fe sería el que aprovecharía esta ventaja, y una primera ronda con 5 partidos en casa, para asumir el liderato), aunque con la ventaja de tener una segunda vuelta para definir en casa.

Con el aplazamiento de la primera fecha ante América, Millonarios debutaría ante Nacional en Medellín, obteniendo un valioso empate a cero goles, a pesar de que el juez dio casi 10 minutos de reposición, y el ambiente de la tribuna fue tan pesado que los jugadores azules tuvieron que permanecer en el terreno de juego más de una hora custodiados por la policía para no ser agredidos. Después sacaría otro empate ante Deportivo Cali en el Pascual Guerrero por 1-1 con gol del “Pájaro” Juárez, y golearía 4-0 a Pereira en el Campín con goles de Prince, Pimentel y dos penales de “Barrabás” Gómez. Después Millonarios empataría 0-0 ante un Santa Fe que salió a defenderse en el quinto clásico del año, a pesar de su condición de líder, y cerraría la primera vuelta cayendo por única vez en el octagonal, ante Junior en Barranquilla por 1-0.

Después de esta derrota Millonarios jugaría el partido aplazado ante América, al que vencería por 2-0 en el Campín con un autogol de Ambuila que trataba de impedir el cabezazo a gol de Prince, y la puntilla de Rubén Darío Hernández. Con esta victoria Millonarios alcanzaba la segunda casilla del octagonal con 10 puntos, detrás de Santa Fe con 11,25 y por delante de América con 9,25 y Nacional y Junior con 8,25. La segunda vuelta arrancó con un muy valioso empate a cero goles ante América en el Pascual Guerrero, pero luego lo ganado ante el campeón defensor se despilfarraría con un empate 2-2 ante Nacional en Bogotá: tras una cómoda ventaja azul de 2-0 con goles de Videla de penal y de Arnoldo Iguarán, Nacional igualaría con un penal regalado por el juez y un gol infantil obsequiado por Cousillas en el último minuto. Esta derrota fue costosa, porque Millonarios cayó a la cuarta casilla con 12 puntos, detrás de Santa Fe con 15,25, y de América y Junior con 12,25, y por delante de Nacional con 11,25 puntos.

A falta de 5 fechas para finalizar el torneo, Santa Fe contaba con una ventaja de 3 puntos ante sus escoltas, por lo que las apuestas se inclinaban hacia el título del equipo rojo. Sin embargo, la fragilidad de Santa Fe en el calendario más complicado de la segunda vuelta, la costumbre de desperdiciar penales valiosos (en la fecha en que Millonarios perdía en Barranquilla, Santa Fe dejaba escapar la victoria en el Campín ante Pereira, con un penal desperdiciado en el minuto 92), y el temperamento que Prince, Vanemerak y Pimentel le inyectaron a un plantel golpeado por el empate ante Nacional, harían que Millonarios hiciera 10 de 10 y siguiera de largo hacia el título.

En la siguiente fecha Millonarios derrotó categóricamente a Deportivo Cali en el Campín por 3-0 (con goles de Prince, Videla e Iguarán) mientras Santa Fe caía por 3-1 ante Junior en Barranquilla (con otro penal desperdiciado a bordo) y la tabla se estrechaba con 15,25 para Santa Fe, 14,25 para Junior y América, 14 para Millonarios y 13,25 para Nacional. En la fecha 11 Millonarios consiguió una categórica victoria en Pereira por 3-1, con goles de Juárez, Videla e Iguarán, mientras Santa Fe no pasaba del 0-0 ante América en el Campín, estrechando aún más la tabla (16,25 para Santa Fe, 16 para Millonarios y 15,25 para América, Junior y Nacional). La fecha 12 prácticamente le entregó el título a Millonarios, con su victoria 6-2 ante DIM en el Campín (goles de Estrada x2, Juárez x2, Abonía y un penal de Videla) y la derrota de Santa Fe por 3-0 ante Nacional en Medellín, lo que dejaba a Millonarios con el liderato y definiendo en casa (18 para Millonarios, 17,25 para América y Nacional, 16,25 para Santa Fe y 15,25 para Junior). El título estaba en bandeja de plata… pero faltaba el clásico.

El clásico de la polémica

 El miércoles 16 de diciembre de 1987 Millonarios enfrentaba el sexto clásico del año (con 3 victorias y 2 empates previos) con el liderato firmemente en sus manos, y sabiendo que el título dependía solo de su esfuerzo. Santa Fe, por el contrario, venía de descender a la cuarta casilla, habiendo desperdiciado en solo una semana la mayor parte de sus probabilidades de título. A Millonarios podía servirle el empate dependiendo de los otros resultados, mientras que a Santa Fe solo le servía el triunfo.

El partido fue polémico y es conocido como el “clásico del penalti de Taverna” por el penal desperdiciado por el “9” santafereño en el primer tiempo, antes de que el “Pájaro” Juárez, a los 15 minutos de la complementaria, le diera el triunfo a Millonarios. La leyenda afirma que el delantero santafereño fue sobornado por Millonarios para fallar ese penal, y por lo tanto los enemigos de Millonarios afirman que la estrella 12 fue robada. Las acciones lamentables que mancharon la pelota en la década de los 80´s tristemente fueron reales, y Millonarios fue parte de esto (aunque no el único ni el más beneficiado). Por otro lado, en la polémica Pinto vs García estoy generalmente del lado del santandereano, y su figura me genera más confianza que la de García, al que no le creo ni lo que reza. Sin embargo, en lo que se refiere a la campaña de 1987 el único episodio polémico fue el de este penal, y la evidencia va en contra de los que tratan de manchar el triunfo albiazul, como se muestra a continuación.

En primer lugar, la leyenda afirma que Rubén Cousillas era un desastre en el arco, y Jorge Taverna infalible desde los 12 pasos. Esto es falso porque ni Cousillas era el desastre absoluto que pintan, ni Taverna era infalible cobrando penales. Cousillas, a pesar de su estatura, cometía muchos errores en los balones aéreos, pero estaba capacitado para atajar penales (de hecho, se ve en el video del Millonarios 6 – DIM 2 como estuvo a punto de atajar el cobro que fue el segundo gol visitante) y ya había enfrentado a Taverna, quien le anotó de penal el descuento santafereño en el cuarto clásico del año. Además, García había sido técnico de Taverna en 1986 en el Quindío, y lo conocía bien, por lo que Cousillas disponía de buena información sobre la forma de ejecutar penales del delantero santafereño.

Por su parte, Taverna ciertamente fue el jugador que más penales anotó en 1987 (con 9) pero también el que más falló (con 4… para marcar un parámetro Mario Vanemerak falló solo dos cobros en los 4 años que jugó para Millonarios), y después de anotar todos sus penales en la primera parte del año, empezó a fallar cuando se acercaba el octagonal, desperdiciando dos penales consecutivos. Después, ya en el octagonal, falló un tercero (esta racha de penales fallados indica que ya los arqueros rivales lo conocían, y de hecho cuando enfrentó a Cousillas el 16 de diciembre llevaba meses sin acertar un penal) y el técnico Pinto le retiró el derecho a cobrar los penales en las primeras fechas de la final. Para que quede claro, Taverna ya no era el cobrador por derecho de los penales de Santa Fe, y estaba lejos de ser infalible… y esto no fue culpa de Millonarios.

Además, la forma como Santa Fe desperdició sus opciones de pelear por el título en 1987 se simbolizó por la forma de fallar penales: en todo el octagonal a Santa Fe le otorgaron 6 penales… y solamente anotó uno (lo anotó Díaz, mientras Taverna falló dos, y el mismo Díaz, Coloccini y Angulo uno cada uno). No se puede pretender ser campeón cuando se desperdician 5 penales de 6 posibles… y esto no fue culpa de Millonarios.

Más importante aún, Santa Fe disfrutó del liderato durante gran parte de las finales, pero cuando le tocó enfrentar la segunda vuelta con 4 juegos de visitante empezó a flaquear, a diferencia de Millonarios, equipo al que sus referentes supieron levantar después de los tropiezos ante Junior y Nacional. Santa Fe tenía una ventaja de 3,25 puntos sobre Millonarios a falta de 5 fechas para el final, y después de esas 5 fechas perdió esa ventaja y terminó a 3,75 puntos por debajo del campeón, lo que equivale a 7 puntos perdidos de 10 posibles… este descalabro fue por falta de jerarquía, no se limita a un solo penal, y ciertamente no fue culpa de Millonarios (la única culpa de Millonarios fue hacer 10 de 10 cuando tenía que hacerlo).

Finalmente, no tiene sentido sobornar a un jugador rival para que falle un penal que se “sabe” que se va a otorgar (una parte de la leyenda dice que tanto el otorgar el penal como el fallo de Taverna fue concertado para desmoralizar a Santa Fe… simplemente ridículo) cuando no es seguro que ese jugador rival sea el que vaya a tomar el cobro (Taverna, Díaz, Coloccini y Angulo habían fallado penales y no se podía asegurar quien cobraría el siguiente)… tendría más sentido pensar que un soborno se dirigiría a evitar que sancionaran un penal. Además, al atajar el cobro el arquero Cousillas dio un rebote que remató desviado Freddy Rincón, y a cualquiera se le ocurre que el arquero no iría a dejar un rebote casi frontal si sabía de antemano a dónde iba el cobro, y éste además era débil.

Lo único cierto de aquel clásico es que Millonarios tuvo la jerarquía que no tuvo Santa Fe para defender el liderato, y mientras el “9” y goleador de Santa Fe (con 19 goles en el año) desperdiciaba la mejor opción de devolver a su equipo a la pelea, el “9” y goleador de Millonarios (con 21 goles en el año) mandaba a guardar la única que tuvo en el partido, y dejaba a su equipo a solo un paso del título.

 

La estrella 12

 

La fecha 13 fue redonda para Millonarios, pues no solo vencía en el sexto clásico del año eliminando a su rival de cualquier opción, sino que además Junior y Nacional empataron en Barranquilla, y Deportivo Cali le robó al América un punto en el clásico valluno, por lo que la tabla indicaba que Millonarios era líder absoluto con 20 puntos, América y Nacional segundo y tercero con 18,25 y Santa Fe y Junior cuarto y quinto con 16,25. Con esto Millonarios obtendría la estrella tan solo empatando con Junior en el Campín, e incluso podía serlo perdiendo si Nacional y América empataban en el Atanasio Girardot.

Sin embargo, no había que correr ningún riesgo, y por eso en la tarde del 20 de diciembre de 1987 Millonarios salió a buscar el título, justo ante el rival que le había frustrado la conquista de 1984 en la última fecha. Tras un comienzo dubitativo, y después de un gran pase de la “Gambeta” Estrada y una gran jugada de Videla, el “Pájaro” Juárez marcó el gol del triunfo, y del título, en el arco norte del Campín, quedándose quieto con los brazos en alto en una postal imperecedera. Después, Prince, Gutierrez de Piñeres, Conde, Pimentel y Vanemerak se jugaron la vida como leones para conjurar cualquier peligro y mantener la ventaja hasta el pitazo final, y el grito de “Millos Campeón”, que estaba contenido desde 1978. Finalmente, el hechizo se había roto, y Millonarios terminaba una sequía de 9 años, alcanzando la estrella 12 de la mano de grandes ídolos que quedarían para siempre inscritos en la memoria de los hinchas azules: Iguarán, Prince, Vanemerak, Pimentel, Estrada, Juárez y los demás redondeaban de esta manera una temporada magnífica, en que ganaron todo lo que se atravesó y tuvieron fortaleza para sortear los momentos difíciles y no detenerse hasta bordar una nueva estrella en el escudo, y colocándose de esta forma como los referentes que las nuevas generaciones de jugadores azules aún están en deuda de igualar. Para recordar ese momento, que tiene que repetirse en la década que inicia ahora para olvidar las últimas dos de sequía, nada mejor que el audio del gol del título, el gol del pájaro Juárez.

Como colofón, hay que recordar otro hecho de la última fecha de este 1987: con el título en manos de Millonarios, Nacional y América disputaban en Medellín el subcampeonato, con el cupo a Copa Libertadores. A Nacional le bastaba con el empate, mientras que América tenía que ganar. América se puso 1-0 con gol de Willington Ortiz, y Nacional recibió la cortesía de dos penales para emparejar, uno de estos en el último minuto… ambos fueron atajados por el arquero Falcioni, el que tantas veces amargó las campañas de Millonarios, y que esta vez dejaba a Nacional sin absolutamente nada en 1987 (por cierto, estos penales fallados por Nacional tampoco fueron culpa de Millonarios… solo por si acaso). Y para ahondar en la herida, Santa Fe venció en Pereira, con lo que el cuadro verde de Antioquia quedó al final relegado a la cuarta casilla.

JEAN ALEXANDER PULIDO