Dicen que la memoria ayuda a valorar, que una mirada al pasado contribuye con un panorama más nítido del presente. Lo cierto es que cuando miramos al pasado de nuestro equipo, esa historia reciente que cuentan las últimas décadas, es sencillo darse cuenta que hemos dado pasos muy grandes en volver a esa cima que conocimos en este club.
Puede que muchos estén en desacuerdo con la nómina actual, habrá quienes piensen que estos colores merecen mucho más, y es cierto, este escudo merece lo mejor que se le pueda dar, pero el crecimiento ha sido absoluto. Recuerdo haber ido muchas veces al Campín con el desastre inevitable respirándonos en la nuca, cuando nos enfrentamos a rivales que sí eran superiores hombre por hombre, nóminas que no despertaban ilusión; acudí al estadio solo porque sabía que ese era mi lugar, allí era donde debía estar apoyando a lo que tanto amo.
Vi un equipo fracturado, a punto de acabarse, aquel que terminaba en los últimos lugares, y de repente soy campeón ante mis rivales de toda la vida. Recordando todo lo tuvimos que pasar para llegar aquí, es totalmente increíble la manera como este club se reconstruyó con sudor y lágrimas. Admiro la valentía que hemos tenido para no desfallecer, esa gallardía que no dejó que el amor muriera, porque más que ganar y observar ese fútbol del que hablaban nuestro papás y abuelos, lo valioso era estar ahí con el equipo, nunca quitarse la camiseta, «sudarla» en la tribuna.
Tal vez los hinchas más veteranos que probaron la gloria, les parezca esto poco y, quizás, tengan toda la razón y deberíamos tener una nómina muchas más costosa. Pero los más jóvenes no tuvimos nada, vimos nóminas que provocaba ganas de llorar; soportamos los triunfos de los rivales con jugadores que generaban envidia, un club que debió sueldos, que sus hinchas salvaron.
Las nóminas embajadoras recientes ilusionan y me atrevo a decir que en mis cortos 20 años esta ha sido la mejor que he visto en mi vida, en vivo, allí delante de mis ojos. A lo mejor la de Iguarán, la de Brand, la de Vanemerak fueron infinitamente mejores, pero esas son las suyas, esta es la de nosotros, la que nos ilusiona a los que tuvimos que enamorarnos primero de los colores.
Lo que quiero que vean es que antes de saltar en reclamos y peticiones, veamos muy bien como nos hemos encargado de confeccionarnos fibra por fibra, como vamos en ascenso, que miren hacia sus hijos que al fin sacan el pecho de un equipo campeón y supercampeón después de tener que tragar el sapo del arroz con huevo y los últimos lugares. El orgullo que siento, la manera como se me hincha el corazón de felicidad con esta nómina y los sueños que me genera este club es un éxtasis que le deseo a cualquier aficionado del fútbol.
No sé si esto termine con un corazón roto o con una copa en la vitrina, pero siempre volveremos a la tribuna alentar como los más veteranos nos enseñaron.
@Cadosch12