Pocas cosas hay como ir a ver Millonarios de visitante. La adrenalina, las ganas de que comience el partido te consumen, no puedes hablar de la ansiedad. Ademas, pocas cosas hay como los clásicos; son un regalo, una oda a la supervivencia, a prevalecer y al dominio.
Cuando estas dos cosas se mezclan, el clásico, con la condición de visitante, es éxtasis. Pero una experiencia reservada para cierto tipo de hinchas, para los enloquecidos, para los incondicionales, pero sobre todo para los que se rompen la garganta; los clásicos necesitan de aliento y cuando es la voz de unos 4000 locos contra la de 15 mil, cada voz cuenta. El equipo necesita saber que no está solo, que no hay nada de qué preocuparse.
Un lugar reservado para hinchas con fiebre constante de Millonarios, hinchas con esa valentía embajadora. Desde que se entra a un partido como visita, la balanza siempre estará inclinada en contra, por eso la gallardía del canto alto, saltar y soportar la presión de tener muy cerca a ese rival de siempre, dispuesto a callarnos, al chiflido.
Los minutos pasan y pasan, pero el aliento no cesa. El hincha puede que no lo razone mucho, pero el poder que tiene el aliento en este juego es grande porque la pelota extrañamente también escucha a los hinchas; toda la tribuna saltando, el estadio tiembla, el equipo se crece, 4000 mil «loquitos» llevando el estandarte sagrado, abanderados, no de un puesto en la tabla, sino de un sentimiento.
Hay pocas cosas en la vida con tanta adrenalina, que se hagan con tanto amor, como cantar a voz en cuello para callar la presión que meten los otros. La imagen es la de los embajadores saltando en sincronía, como una coreografía, cantando al ritmo de los instrumentos, como una sinfonía, con un verso de memoria, mirando desafiantes al rival, prometiendo que nuestra canción va prevalecer; el carnaval venciendo a la amargura.
A esos 4000 no queda más que agradecerles que no les importe nunca el resultado. Que empatando canten como si fuéramos goleando en el marcador y es que pocas cosas hay como alentar a Millonarios, rodeado de gente tan enamorada, con tanta pasión. «El hincha que no espera jugar de local», esa debería ser la definición en los diccionarios sobre pasión, sobre locura.
Aférrense a este escudo siempre como hinchas visitantes, con locura desenfrenada.
@Cadosch12