Es absurdo como la temperatura puede bajar en El Campín por el frío nocturno de la capital. Entre tanto viento era casi una rareza ver algún hincha sin saco o sin chaqueta, o ambas cosas. Sin embargo, la hinchada ha sido algo que va creciendo partido a partido, a pesar que no es aún la asistencia que se espera. Se entiende que solo los enloquecidos por Millonarios hayamos ido, con una temperatura de unos 9 grados y la noche oscura, junto con la irrisoria hora del partido; son muchos los contras para acudir a la cita.

Los que estuvimos allí vimos la mística que tiene el amor y la lealtad, aun con los días laborales encima, aun con tener que esperar todavía 10 minutos para el partido, la hinchada estuvo impecable. El hecho que nuestras dos barras populares haya decidido volver a convivir, ayuda mucho porque nunca está en silencio el estadio. A la locura de ellas se le suma oriental, la tribuna familiar e incluso occidental, para generar ese eco hermoso que es entonar un cántico.

El Campín poco a poco vuelve a sentir a la hinchada de Millonarios unida, cantando a una sola voz, como debió ser siempre. En los 90 minutos se sintió todo el tiempo a la hinchada, pudimos presionar a un rival que cortó el juego, que hizo su mejor actuación en cada jugada, contra un arquero que quería esconder el balón en su casa. Allí estuvo la hinchada embajadora siendo punzante, incomodando al rival.

Para los penales el universo entero se detuvo, todos corrían hacia el arco sur del Campín. Por un mágico momento los integrantes de las barras populares estaban fusionados con los asistentes recurrentes la tribuna oriental, en occidental un pequeño reducto de las barras populares se unía a los hinchas de allí, todos a cantar, todos a saltar.

Fariñez coreado por todos los asistentes al partido. El arco sur vibraba, las tribuna templaban en sincronía y pudimos olvidar que la sur estaba desolada; hacíamos un cerca perfecta a Jaguares, acostumbrado a jugar en un estadio en silencio, cuando el primero de sus pateadores tomó el valor para salir entre sus compañeros. Miró hacia una oriental y occidental que no paraba de saltar, que no paraba de presionar y fue presa del miedo y del gran Fariñez. Penal atajado, explosión en El Campín.

Las jaurías embajadoras estaban en un total júbilo cuando el primero de nuestros guerreros se dirigió a cobrar. Fue el estandarte del equipo, el líder que no se esconde nunca, Andrés Cadavid, parecía uno de esos guerreros espartanos comandando un ejército mientras de fondo el estadio temblaba gritando “Capitán, vamos, vamos Capitán”. El comandante, saca pecho, mirada fija hacia el arquero, exhala. Adentro. Pide que todavía explote más el estadio y lo complacemos, debe haber ya registro en la escala de Richter.

Sigue uno de ellos y logra convertir a pesar de la presión. Luego «Caracho», uno de los destacados del partido y otro líder en la cancha, camina mientras sube los brazos, quiere hacer caer el Campín y lo logra mientras va a chocar con Fariñez, pide más gritos. La tribuna no para de saltar, se rinde ante otro emblema de entrega y huevos. El más nervioso de ellos es el próximo, estuvo mirando hacia la tribuna todo el rato mientras esperaba su turno ¡craso error!, ahora es el blanco de la hinchada y con el corazón en la boca, su pelota es la única asistente a sur.

Hauche es el siguiente. Toda la hinchada coreó su nombre, pero por muy poco es atajado por el arquero rival, que levanta el brazo en señal de victoria; el estadio lo ve y se le viene encima, todo ese cerco le recuerda lo infame que fue durante los 90. Tremendo actor. Fariñez enloquece a todos cuando vuelve a tapar el penal, la hinchada no para de cantar su nombre, el estadio retumba mientras Caracho y Cadavid quieren también cantar, suben los brazos, el Campín no aguanta más. Justo en ese momento sale Ayron Del Valle decidido con paso firme, escuchando el “goleador, vamos, vamos goleador” y con un buen cobro hace que esta vez el Campín se quiebre, semifinalistas.

Los jugadores corren a celebrar en ese cerco, todo es felicidad, todo es vibración en la tribuna, nosotros también lo hemos hecho bien. Unidos nada nos detiene.

@Cadosch12