Miguel, no sé si estas palabras lleguen a ti pero de parte de todos los hinchas de Millonarios tenemos que discutir un par de cosas; porque somos una hinchada acostumbrada a ver a los que nos conducen con malos ojos y debes entendernos muchas veces nos hemos ilusionado y las cosas no han salido nada bien, incluso antes de ti, nos encontrábamos en un bote a la deriva porque a un tipo con apellido desagradable, se le ocurrió abandonarnos a punto de arrancar la competencia, no confiamos fácil, es una maña embajadora.
Cuando llegaste todo fue especulación, todos sabíamos quién eres, lo grande que eres así que desde el comienzo pensamos que era otro rumor sin sentido, pero se fue haciendo material tu llegada, hasta que fue así y ya estabas dirigiendo al equipo en Orlando. Después el equipo prometió como nunca, y goleábamos fecha tras fecha: 3-0 Santa Fe, 3-0 Tolima, 3-0 América, con un Cadavid imparable y Duque en su mejor nivel. El equipo llegó a semifinales contra aquellos y en un partido de dudoso arbitraje, todos fuimos los ojos de Cadavid mirando al vacío, con la ira en la garganta.
Nos volviste a poner a soñar, el proyecto prometía de verdad, llegó el segundo semestre y la regularidad del equipo no era la mejor pero de local el Campín se convirtió en nuestro fortín, después de una dolorosa derrota en Medellín, todo fue cuesta arriba y nadie nos pudo parar y fuimos en semifinales a callar al Pascual Guerrero, cada vez más cerca la final bogotana. Mientras tú estabas pasando un momento amargo, acá estabas haciendo posible tantos sueños, cuando tu cuerpo y tu familia te requerían estar lejos de aquí.
Por tu gallardía, por ese coraje que nos enseñaste a tener a todos, por construir en un terreno donde no había nada, llegó esa final que enfrentamos con tanto amor, con tantas ganas, el embrujo al fin se rompía, toda especulación terminó con el pito final del juez, todo era felicidad, todo era agradecer por estar vivos, todo gracias a ti. Te dimos un grupo en los que los que ya habían probado la gloria era tan escasos y tú los convertiste en un grupo de campeones, silenciaste el Campín y dimos la vuelta juntos, Russo querido esta hinchada jamás lo olvidará.
En el inicio de este año, tu enfermedad nos apartó. Cuando nos enteramos, te quisimos más, cómo vas a pasar por el infierno de un cáncer y aún así sacarnos campeón, en el clásico de todos los siglos, el equipo sin ti, pero contigo en todos sus pensamientos fue hacia Medellín, tierra hostil. Allí en ese estadio que nos hizo pasar por tantas desgracias, tantas injusticias, con tu amigo de toda la vida salimos campeones, nuevamente silenciábamos un estadio enemigo y levantábamos la copa, todos te agradecíamos, “Tu lo hiciste posible”, le gritaba a una cámara Gottardi, y éramos todos.
Después empezó esta suma de tragedias que nos tienen en este punto, esa suma de partidos y derrotas que ha hecho insostenible todo. Tal vez también tú sabes hasta dónde llega tu fuerza y has decidido dar este paso, pero amigo Miguel, esta hinchada no coreaba un director técnico desde hace mucho, de pronto solo uno que se encuentra en la misma página dorada que tú porque nos devolvió la gloria, igual que tú nos devolviste el honor y las ganas de ser un equipo relevante, de construir no para ganar ahora, sino para ganar siempre, eso es lo que más cuesta. Hace mucho la hinchada no despedida de esta manera alguien, porque nos cuesta querer, nos cuesta confiar y a ti te entregamos todo nuestro corazón.
Sólo con tanto amor podemos explicar que la hinchada coree tu nombre perdiendo por goleada en un clásico, no podíamos dejar que ese horrendo momento impidiera decirte adiós. Todos fuimos ese muchacho que saltó desde oriental para abrazarte. Te queremos mucho viejo, gracias por toda la fuerza que tuviste, por hacernos creer con tanta fuerza, todos te quisimos abrazar, tal vez tu no lo sabes pero con el dolor de la derrota combinado con la nostalgia de tu partida muchos, cantamos con lágrimas en los ojos «Russo, Russo querido, esta hinchada jamás te olvidará».
Por suerte como tú lo dijiste la pelota es redonda, como la vida, y esperamos que ella misma te ponga de nuevo en nuestro camino. Esta es tu casa y como nos diste tanto te llevas un pedazo de nosotros, de esta hinchada. Tal vez la vida nos tiene preparado un mejor momento y mejores circunstancias para que vuelvas a estar parado en esa línea por la luchaste con tanta fuerza. Muchas gracias Miguelito, te llevas nuestro amor, ese con el que todo se cura.
Valentina Cadosch.
@Cadosch12