Despertar el jueves fue como haber tenido una horrible pesadilla. Duele está eliminación porque estuvimos al frente del atril, orquestando a un Millonarios que siempre supo sobreponerse de todas las adversidades y terminar yendo al frente. Si usted, como yo, vivió ilusionado cada fecha hasta el día de ayer, usted tiene hoy todo el derecho de sufrir.

Dicen que el fútbol enseña cosas y este semestre no fue la excepción. Aprendí a creer, a creer desde lo incierto. Comprendí que la fe y la ilusión no nos la dieron para escondernos ni para andar pensando en perder. La humildad estuvo siempre, nunca vi un hincha de Millonarios sintiéndose campeón; el que confunda la prepotencia con la ilusión no debe entender la vida.

Así que amigo embajador no deje que la derrota lo haga sentir equivocado. La vida sin sueños solo es un ensayo para la muerte y debe sentirse orgulloso de haber creído; perder es muy fácil cuando se cree que va a pasar. Usted estuvo ahí en esos últimos 6 minutos, donde el corazón esperaba un milagro y la razón deseaba que el árbitro acabara con él calvario. Usted estuvo ahí cuando Cesar Carrillo nos llevó al éxtasis total y nos dijo que podíamos soñar. Ahora tiene que estar aquí cuando la vida nos dice una vez más que aún nos toca esperar.

Sigamos viviendo esta espera como Millonarios lo merece, como lo hicimos todos este semestre. Como la tarde de un miércoles en la que copamos Cota, como hicimos de Tunja «la independencia azul». El amor y la fe son lo que hacen que esta hinchada sea la más grande de Colombia, esa ambición y esa pasión que muy pocos conocerán. La hinchada estuvo ahí diciéndole al equipo que siempre estaremos. Aunque el día hoy sea gris en Bogotá sabemos que lo único seguro es que el cielo es azul y tendremos muchos días donde se confundirá con las graderías del Campín. Siéntase orgulloso de haber creído y sobretodo de haber estado, que todo el mundo sepa que estuvimos, somos y que volveremos.

@c8benavides