Hoy les vengo hablar de cómo el fútbol es muchísimo más que un juego. La mayoría de los que seguimos estos colores lo entienden, pero les quiero hablar de Millonarios como bálsamo, Millonarios como ansiolítico. Esto lo hago porque quizás hay alguien que necesite estas palabras, al que yo le pueda dar un poco de esperanza.

Con esto quiero iniciar un proceso de catarsis que pasa necesariamente por la sinceridad. Necesito hablarles de una sombra que aprieta, constriñe y agota, que no cesa y hasta inmoviliza, que parece surgir de la nada y, para el que lo mire desde afuera, parece no ser nada. Les quiero hablar de la ansiedad y de cómo este el amor por este equipo me ha ayudado y me sigue ayudando, a verlo todo con otro punto de vista.

Para quien no lo sepa, la ansiedad o ansiedad generalizada, es el miedo hacia un peligro que aún no ha ocurrido y que genera pensamiento de miedo y terror, con una potente respuesta fisiológica. Los miedos abren paso a la sudoración, las palpitaciones, sensación de ahogo y finalmente a los ataques de pánico, lo cual es una respuesta que en principio es natural en los seres humanos, nos protege del peligro, pero es un problema cuando tu cabeza interpreta todo como peligro.

Como ya saben los que me leen hace tiempo, yo voy desde muy joven al estadio y este equipo siempre ha estado muy cerca de mi corazón. Con la adolescencia me pegué muchísimo a él, por la misma época que la ansiedad llegó a mi vida, sumando sombras que se ciñen sobre todo. Entonces, ir a un lugar tan cálido e iluminado como El Campín, prácticamente te cura. Soltarte para ser muchos es una de las sensaciones más liberadoras cuando a veces eres preso de tu propio cuerpo.

Por el 2012 tuve los primeros ataques de pánico, el mismo año que Millonarios tuvo esa brillante campaña en Liga y Copa Sudamericana. Tantos partidos, quizás, me rescataron de mi propio infierno y no bromeo o exagero cuando considero a Millonarios mi hogar porque me sabe a tranquilidad, me sabe a “todo va estar bien”.

No es solo un equipo es un bálsamo, es anestesia. Me recordó que no hay imposibles y que, si se lucha con la suficiente fuerza y el suficiente aprecio por uno mismo, se sale de todo con trabajo en uno mismo. Cuando salió campeón, la noche después de los festejos, mirando hacia Bogotá, quise no dejar volver a la ansiedad.

Esto no es algo que se cure, más bien, se aprende a vivir con ello y con lo que digo no quiero decir que este es el camino para superar una enfermedad mental, esto es lo que me funciona acompañado de terapia, por supuesto. Este equipo es una gran parte de mí y si se sienten identificados con los que les digo, no dejen de ir al estadio, no dejen de seguir al equipo, crean en él y poco a poco eso los hace creer en ustedes.

Para mí, El Campín es mi terapia porque es donde me siento en familia, porque me siento más grande que mi propio cuerpo, porque ahí soy mi propia tradición, mi ciudad; sé que si caemos lo hacemos todos juntos, igual que si triunfamos.

Si ustedes pasan por algo de este tipo, sepan que no están solos. No es algo que solo vivan ustedes, no hay nada de qué avergonzarse, no pasa nada por sentirse mal y que pretender ser feliz en todo momento es hasta opresivo. Cuando uno está en ese lugar todo genera indiferencia, pero esconderse no es solución y sepan que, si aman a este equipo y disfrutan verlo, es hora de levantarse y volver al Campín.

Millonarios enseña que no hay problema o reto más grande que uno. Que si este equipo sigue adelante, no hay razón para que uno no lo haga, si este equipo puede tener éxito, no hay razón para no buscar el éxito propio. Sigan buscándose, no dejen de querer lo que quieren por más de que su cuerpo se los pida. Aquel que tiene la capacidad de hundirse, hasta casi desaparecer, como este equipo lo hizo, como muchos de nosotros lo hacemos, también tiene la capacidad del elevarse hasta lo más alto, hasta ser campeón contra su rival de patio, o sobrevivir a sí mismo.

@Cadosch12