La profesión de futbolista es una de las más hermosas del mundo. Es de amores y odios. Es de sacrificios largos, éxitos momentáneos y fracasos numerosos. Es la más injusta y a su vez, la más justa de todas. Todo eso la hace única y por eso incomparable con cualquier otra.

Una simple acción de un jugador de fútbol tiene diferentes repercusiones que impactan individual y grupalmente a un equipo. Y no hago alusión a sucesos de la vida personal o actos de indisciplina, al final de cuentas nosotros de este lado no conocemos a fondo todas las historias que hay detrás de cada éxito y fracaso de un futbolista.

Quiero referirme a esos detalles que hacen la diferencia entre un jugador del montón y una estrella de talla mundial. Esos comportamientos por los cuales un jugador vale 3 paquetes de conos o llega a costar millones de euros.

Un futbolista tiene que confiar en sus capacidades, saber cómo explotarlas e intentar perfeccionarlas. Aunque el fútbol sea un deporte de conjunto es vital que el jugador vaya más allá de un entrenamiento y evolucione individualmente. Es necesario que ese profesionalismo se demuestre viviendo y respirando fútbol, como lo hacemos muchos sin que nos paguen un peso por eso.

Los jugadores de Millonarios tienen en sus pies, no solo la alegría de su familia, sino la de miles de personas que, como usted que está leyendo, viven y mueren por el equipo. Se trata de que entiendan cómo funciona el fútbol; saber que un “mal día” en un clásico o en partidos clasificatorios (los que se vienen) va a repercutir financieramente en el club, económicamente en ellos y anímicamente en la hinchada.

Esa responsabilidad amerita que su compromiso no se limite a ir un entrenamiento o a no salir de su casa en las noches que no está concentrado. Por eso quiero unos jugadores que aspiren a mejorar cada día por su cuenta, que tengan referentes futbolísticos (no solo musicales), que miren partidos (no solo cuando juegan Barcelona vs. Real Madrid), que sepan qué está pasando en el planeta fútbol (no solo jugando Play Station), que sean igual de felices cuando ganamos como lo son cuando les regalan guayos nuevos o que les de bronca perder como cuando no les queda del todo bien un nuevo corte de pelo.

Básicamente lo que quiero son futbolistas a los que les guste el fútbol.

Jose Luis Buitrago Monroy

@Jolbum