Muchas veces, sin querer y con una difícil tarea de comprensión, nos vemos obligados a alejarnos de aquello que amamos y nos complementa en la vida. Son pruebas, y esas mismas son las que fortalecen el alma y nos enseñan a extrañar, y sobre todo a valorar aquello que nos roba sonrisas, nos saca la piedra, nos inunda los ojos con lágrimas; nos enseña a extrañar aquello que llamamos vida.
No hace mucho, por razones laborales tuve que alejarme del estadio por cerca de dos meses. De hecho, ha sido un año en que mis visitas al Campín se han visto reducidas. Pero no solo fue el hecho de alejarme por el trabajo de Millos, también de amigos, familiares, momentos, etc.
Cuando me vi en dicha situación pensé en renunciar, tirar la toalla y escoger la felicidad antes que la necesidad. Pero hice un llamado a la cabeza fría y asumí con gallardía el nuevo reto. Pensé, que si algún día me iba, no sería como un cobarde y no iba a ser el marinero que a la primera tormenta se tiraría del barco para perderse en la profundidad del mar.
Y aprendí. A ganarme a la gente, a hacer mejor mi trabajo, a valorar los momentos con la familia y, sobre todo, aprendí lo que realmente puede hacer Millonarios por mi vida. Siempre lo he dicho, aquel que no le guste el fútbol y no lo viva de la manera en que lo vive un hincha apasionado que no trate de comprenderlo; es algo difícil de explicar y, sobre todo, más complicado de sentir.
«Te quiero Millonarios; aprendí a amarte, pero sobre a todo valorar lo que significas para mi vida»
Cuando estuve fuera del país estuve envuelto en una polémica porque llegué a pensar que no amaba a Millonarios y me cuestionaron por aquello de que uno no abandona lo que ama. Pero, muchas veces pasamos por estos procesos, replanteamos cambios y sí, muchas veces el amor se replantea, tal vez para asumirlo con más madurez y, especialmente, para conocer su verdadero valor en nuestras vidas. Muchas veces nos negamos el derecho al cambio por simples prejuicios o razones bobas.
Volviendo al tema, asumí mi trabajo con responsabilidad pero a la vez sabía que necesitaba cambios y debía asumir todo con frialdad para tomar una decisión que fuera sabia y sin precipitaciones. Y fueron casi dos meses de búsqueda, de aprendizaje y de oportunidades. Hoy, luego de este tiempo, tengo una nueva oportunidad para tener más tiempo para mí, mi familia, el fútbol, los amigos y, más que todo, para volver a ver a Millonarios.
Te quiero Millonarios; aprendí a amarte, pero sobre a todo valorar lo que significas para mi vida. Volveré al estadio, con mi chaqueta azul, mi pantalón negro y mis tenis azules, aquella ‘pinta’ que se volvió cábala cuando del cielo bajó la estrella número 15.
Gracias a los que me dieron sus palabras en los momentos duros; para ustedes, mi gran abrazo. Hoy, les aseguro que cada momento me hizo más fuerte y ahora sé que debo sacar el tiempo para ser feliz. Y sí, me fui como el marinero que salvó el barco y ahora busca nuevos horizontes en la inmensidad del mar.
Abrazo de gol y vamos, Millos querido.
PD: Gracias por cuidar mi abono, Rafa
Gustavo Caraballo
@Padrinogacm
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