Soy de la corriente pragmática que piensa que el dolor viene incluido en el amor. Que siempre entregar tus pensamientos, sentimientos, días, alegrías y sonrisas a alguien o algo, tiene un costo de dolor que pagar en algún momento. Es el precio que la vida nos cobra por esos momentos de felicidad plena, de gozo absoluto, así sea por segundos, de aquello que de verdad nos apasiona y nos baña de miel la existencia. Todos hemos sentido el bajón de la decepción y la ira sin medida del golpe que rompe nuestra ilusión.
Se de amigos/amigas que ante semejante carga de emociones se esconde en sí mismo por meses, incluso años, hasta que las lesiones se hayan cicatrizado. Algunos otros lamen sus heridas acompañados del siguiente amor, buscando compartir el dolor y apaciguarlo rápidamente. Yo, con buenas y malas experiencias, le dejo al destino que se encargue de ponerme en el hospital de los muñecos averiados, a ver si la cura es de tiempo, compañía o lugar.
Todos hemos perdido en el amor. Todos hemos jurado nunca más entregarnos y nos reinventamos, palabra de moda por estos días, para darle al siguiente en nuestras vidas algo nuevo, más pensado y menos sentido, pero nuestro, al fin y al cabo. Hemos perdido a lo largo de conocer el amor, nos han quitado tanto de la inocencia de la primera vez, que tal vez no nos reconozcamos si nos llegara aquella primera esquela en la que jugamos a ser poetas. Pocos o ninguno quieren volver a amar de esa manera.
Sin embargo, hemos dado una siguiente oportunidad. Los sufrimientos más grandes en nuestro camino, los han causado quienes más queremos y pese a todo lo malo que nos han hecho, pese a jurar “nunca más, esta vez sí”, seguimos buscando a quien querer bonito o ya tenemos a quien dedicarle nuestros atardeceres.
Siempre le daré la oportunidad a Millonarios. Sin importar cuanta piedra tenga por la última derrota, no me puedo sacar esos goles del Once Caldas, hare de tripas corazón para ilusionarme cuantas veces sean necesarias. Así es el amor, con ese dolor escondido, pero con la ilusión que nos mantiene vivos y las alegrías que nos marcan para siempre. Ya quiero que se venga el clásico para seguir enamorándome de Millonarios.
@maugorg1
Que gran columna, Así es el amor por Millonarios.
No compadre, tú no sabes cuánto sufro de ver que el equipo de mi alma no gana, yo sé que el plantel que tenemos no es el mejor, pero yo creo que nos falta suerte y nos falta cojones, lo mismo que pertenencia. Hombre por Dios.