Has celebrado las alegrías más indescriptibles, has conocido a las mejores personas, has aprendido lo que es la verdadera ilusión y has encontrado un entorno que en noventa minutos te abstrae de cualquier realidad posible.
Así mismo, has llorado desconsoladamente, has sufrido por un grupo pasajero de personas que ni saben que existes, has permitido que un resultado interfiera en tu estado de ánimo, has invertido tiempo, dinero, tranquilidad y gran parte de tu vida en acompañarlos.
¿Sabes? todo esto lo haces sin pensar, porque sabes que en tu interior llevas el fanatismo desenfrenado y loco que mucha gente ahí afuera no entiende. Te vuelves bipolar, inestable, exagerada, imparable; te crees jugadora, hincha, director técnico, empresaria, representante, médica, crítica, barrista, escritora, revolucionaria, periodista y con el pitazo final te das cuenta que no eres nada de eso. Pero eres tú amando con cada pedacito de tu ser a Millonarios, que te hace creer que todo es posible.
Ojalá ese sentimiento por algo tan intangible, por una historia que no viviste en su totalidad, pero que sientes propia, por una grandeza incalculable, por un escudo y por un equipo fuera siempre suficiente para que no tuvieras que enfrentarte a las derrotas. Ojalá muchos tuvieran el privilegio de amar a Millonarios, de serle fiel, de entender que la incondicionalidad va más allá de cualquier crítica, de cualquier dirigencia de reputación cuestionable, de cualquier diferencia en la hinchada, de cualquier irregularidad.
Y sé que a veces no entiendes por qué nada puede ser perfecto. No entiendes por qué es tan difícil construir una empresa a partir del club, consolidar buenos procesos, construir áreas y departamentos dignos de una institución, dignos de un amor tan grande. A veces hasta te cuestionas si es que tu opinión es la que está errada, porque sabes que ves todo con el interés, el sentir y la pertenencia que quizás quienes están al mando no tienen en el corazón. Te avergüenzas algunos días de tener que compartir a tu Millonarios del alma con personas que ponen por encima del club un montón de intereses absurdos. Y seguramente jamás vas a entender por qué allá afuera todavía hay muchos que no lo viven como tú.
Inclusive, te duele a ratos escuchar las historias de personas que vivieron a Millonarios en un momento distinto al tuyo. Quisieras estar un ratico en otra vida para saber qué era vivir a Millonarios sin tanto juicio, sin redes sociales, sin tanto moralismo injustificado, sin tanto dinero de por medio. Pero ya está, siéntete orgullosa de que lo vives a tu manera y te rodeas de personas que comparten y alimentan cada uno de tus ideales por esto que tanto te mueve.
Y tranquila, que así te llamen mediocre o alcahueta, vas a olvidarte de todo lo malo. Así sientas que a la hinchada no la tienen en cuenta y se le burlan en la cara cada vez que pueden, vas a estar ahí. De las mil veces que has visto otros hinchas dando opiniones contradictorias y ridículas, no va a quedar nada y hasta de pronto, sin darte cuenta, abraces a alguno de ellos en algún festejo azul. Date la oportunidad de que llegue el sábado y comiences a materializar de nuevo la ilusión de cada nueva temporada, que no conoce de circunstancias ni de fichajes o campañas.
Te vas a retractar de todas esas veces que has leído o has afirmado que esto representa un amor tóxico, porque no lo es. Es un amor que no conoce límites ni fronteras, que no depende de nada, que no te obligaron a tener. Un amor que te ha brindado las mejores alegrías. Un amor que, literalmente, no es para cobardes y no conoce de géneros, orígenes ni estatus.
Es un amor tan puro, tan azul y tan inmenso que seguramente será el único (más allá de tu familia) que te acompañará para toda la vida y eso de tóxico no tiene nada. Por el contrario, es ese maestro de vida que te ha mostrado tus mejores y tus peores caras. Así no lo hayas pensado, pero la forma en la que crees en Millonarios es la misma forma en la que debes creer siempre en ti.
#ConMillonariosSiempre
@lauraguaqueta