Cada vez se ve más lejano en el calendario el año 1995. Se jugaba la Copa Mustang y Millonarios era protagonista del torneo, yo apenas tenía cinco años, pero el fútbol, como hasta ahora, era mi mayor diversión. Una tarde salí con mi tío sin saber a dónde íbamos y de un momento a otro apareció delante de mí una construcción imponente, algo que sólo veía por televisión: estaba a punto de entrar al Nemesio. Recuerdo que fue contra Caldas, mas no el resultado (no perdimos, seguro). Pero lo que más me marcó de ese día fue el ambiente, la ansiedad que me generó estar en la tribuna esperando que saliera el equipo, la emoción de ver tanta gente con sus camisetas, etc.
Después de eso, me han tocado partidos sufridos como el 1-0 a Medellín en 2007 con gol de Wilman Conde o un clásico que nos empatan 3-3 en la última con un tiro libre y que los vecinos celebraron como si hubieran ganado la Libertadores. También otros muy jodidos para cualquier hincha, como un 3-0 en contra frente a Tolima donde Anchico se jugó el partido de su vida y, cómo no, también unos muy bonitos y llenos de emoción como los cruces frente a los brasileros en la Sudamericana 2012, un 3-0 a Medellin donde Ballesteros y “Gabi” Fernández la rompieron y el juego de ida de la final de 2017 – II, entre muchos otros que quedan sin nombrar.
En la vuelta de cuartos de Copa Águila, frente a Jaguares, tuve la oportunidad de volver después de un buen tiempo y nada cambió: miraba constantemente el reloj esperando la hora de salir para el estadio y la ansiedad subió porque al llegar al estadio, también lo hacia el plantel de jugadores. El ingreso, el volver a tener de frente la cancha, el ver como de a poco iba entrando gente con la misma ilusión que yo tenía: la clasificación. Partido jodido, trabado, contaminado por la intención del rival de perder tiempo desde el pitazo inicial, el sufrido empate y los penales.
Ni el hecho de estar sólo, ni el frío, ni la hora de salida del estadio, hicieron que me pasara la adrenalina del partido ni la alegría de la clasificación o de ver al equipo de mis amores. Todo se volvió un hermoso recuerdo, una historia más para contar como la de aquel 1995.
Todo, como si fuera la primera vez.
Esteban Sierra
@estebansierra22