Millonarios volvió a sufrir un duro golpe en la presente temporada. El equipo Embajador quedó eliminado de la Copa BetPlay tras empatar sin goles en Techo ante Envigado y no poder revertir el 1-0 de juego de ida. Una eliminación que dejó un sabor amargo en la hinchada y que abre nuevamente el debate sobre el mal presente futbolístico del club.
Repasamos lo bueno, lo malo y lo feo de este partido que dejó más dudas que certezas.
Lo bueno
Aunque la frustración domina, hubo algunos aspectos rescatables. Millonarios salió con ímpetu y buscó el arco rival desde los primeros minutos. Beckham Castro probó con un remate fuerte y Leo Castro también estuvo cerca de abrir el marcador, pero la puntería de ambos jugadores en este encuentro no fue la mejor.
También se vio presión alta en varios pasajes del juego, con intentos constantes de generar centros y remates. Si bien faltó claridad, al menos hubo insistencia.
Otro punto positivo fue la autocrítica. Jorge Arias no dudó en señalar que “los culpables somos nosotros” y el técnico Hernán Torres reconoció la falta de ideas ofensivas. Ese sentido de responsabilidad puede convertirse en la base para corregir el rumbo, al menos por lo que queda temporada, mientras se soluciona el verdadero problema: traer refuerzos de peso.
Y, como siempre, lo mejor estuvo en la tribuna. La hinchada azul no falla: pese a la situación, los hinchas embajadores llenaron el estadio de Techo, alentaron los 90 minutos y demostraron que la grandeza de Millonarios vive en su gente.
Lo malo
La falta de contundencia fue determinante. Millonarios creó ocasiones, pero ninguna terminó en gol. Ni Castro, ni Beckham, ni los jugadores que ingresaron pudieron romper el cero. Un equipo que quiere competir en serio no puede permitirse 180 minutos sin marcar.
A esto se sumaron las imprecisiones: centros desviados, pases errados y jugadas desperdiciadas que generaron desesperación en la tribuna. La claridad brilló por su ausencia y el equipo se fue apagando con el paso de los minutos. El segundo tiempo fue un juego lleno de desespero y ansiedad, no solo visible para los jugadores en la cancha, sino los hinchas que siempre firmes llenaron el estadio de Techo.
El peso de la presión también jugó en contra. Los azules parecían nerviosos, acelerados, como si el reloj les jugara en contra desde muy temprano. Esa ansiedad terminó afectando las decisiones dentro del campo.
Lo feo
Lo más doloroso: la eliminación frente a un Envigado que, si bien compite con dignidad, atraviesa un difícil presente por el tema del descenso y no es considerado un candidato serio al título. Perder con un rival en esas circunstancias golpea aún más la moral embajadora.
La crítica mediática no se hizo esperar. Carlos Antonio Vélez fue tajante: “Millonarios tocó fondo”. Un diagnóstico duro, pero que refleja el sentimiento generalizado de frustración.
Además, este fracaso se suma a otros tropiezos recientes en torneos de eliminación directa. La sensación de un ciclo repetitivo de frustraciones empieza a calar en la hinchada, que exige mucho más de un club grande.
Por último, la presión sobre el cuerpo técnico y los jugadores es inevitable. Hernán Torres reconoció que el equipo está “muy golpeado” y la hinchada ya no tiene paciencia para más excusas. La confianza se deteriora y la necesidad de un cambio en la cancha es urgente.
Millonarios queda eliminado de la Copa dejando aún más dudas de ser posible. La falta de gol, la ausencia de claridad y la incapacidad para superar la presión terminaron cobrando una factura muy alta.
La historia y la camiseta exigen grandeza; la hinchada, que nunca abandona, merece un equipo a la altura de su fidelidad.