Siempre he pensado que ser hincha de Millonarios es un regalo de la vida, una fortuna haber nacido en un hogar azul, no tener otra opción, el destino sellado. Pero también siempre ligué el sufrimiento con el amor que le tengo a este club, que le debo tanto. Muchas veces he hablado de aquella generación sufrida, que no vio la gloria en mucho tiempo.
La vida nos dio una lección; no nos enamoramos de la victoria, ni de los títulos, nos enamoramos de algo gigante. Nos tocó hacernos conocedores de la historia para intentar saborear un poco de gloria, al menos imaginar a qué sabía, a qué olía y como se sentía, por eso veíamos videos, le preguntamos a nuestros padres una y otra vez lo que sintieron, como vampiros buscando un poco de eso que el destino nos negó.
Y como si nos faltara algo para completar, el equipo entró en una crisis económica terrible y de aquellos Millonarios, no quedaba más que polvo en las repisas y corazones rotos. Pero aún cuando el mundo se teñía oscuro, no perdimos la esperanza y haciendo asados y rifas pagamos arriendos, sueldos. Con la gente que siguió yendo al estadio, cuando el club cayó de rodillas, allí estuvimos para limpiar sus heridas y levantarlo.
Hoy mirar al pasado sabe a gloria, de hacer colectas para que pudiéramos pagar salarios, de no tener un lugar de entrenamiento fijo, a tener una sede deportiva en construcción y hoy la nueva y brillante idea de la administración, un Fan Zone, que es una idea que se moldea perfectamente a cómo es el hincha de Millonarios, de las previas largas, de buscar con los amigos y la familia comida cerca.
Déjenme contarles un poco cómo se siente estar allí y recordar el camino tan largo que nos trajo hasta aquí. Soy de una generación que se acostumbró al estadio a reventar, a los papelitos, los rollos y los extintores. Que primero se enamora de las sensaciones de estar alentando que de lo deportivo, porque triunfar fue una cosa que conocí hasta la adolescencia como muchos de nosotros. Entonces, me crié entre previas largas, en el palacio del colesterol, y allí conocí amigos que todavía conservo, conocí amigos de mi familia que aseguraban haberme cargado de meses. Mis padres debatían con sus amigos acerca de cómo sus hijos no hubieran tenido otra opción futbolística, pues eso sería una deshonra; me crié entre la tribuna, corriendo de fila a fila y saltando de silla a silla.
Y ahora no solo tenemos un sitio que le ayuda económicamente al club, sino que condensamos todas esas historias, todas esas previas, todos esos sueños. Tanta ansiedad trasformada en comer palomitas, ver los trofeos que nos hacen grandes, reírnos y construir amistades que fortalezcan a Millonarios, que nos conviertan en uno. Cuando compartimos nuestros sueños y esperanzas al calor de la misma música, todo es más amable.
Así que los invito a que la próxima vez no se lo pierdan, si ya fueron que vuelvan, todos deberían conocer este lugar, esta nueva tradición que nace. Estos nuevos niños que se criaran corriendo de juego a juego, de mesa a mesa, solo viendo camisetas azules. Ojalá estando allí, recuerde todo lo que nos costó llegar acá, cuántas lágrimas, cuánto esfuerzo, cuánto tiempo de construcción. Esto solo es el comienzo.
@Cadosch12
Buen dia,espectacular,lastima que corrimos y no alcanzamos a llegar a conocer nuestras jugadoras profesionales,es un deseo de mi hija,cuando sera el proximo?gracias