Volver a conquistar es lo que tiene que hacer los jugadores de Millonarios. Convencernos de que el «totazo» que nos dimos en ese partido frente al América, no tiene porque definir lo que será el equipo de ellos. Volver a correr cada pelota y, sobre todo, volver a ser los talentosos que se supone que son porque llegar a vivir del fútbol está reservado para los afortunados y ese es un pacto con la vida que se debe respetar; hay que destacarse. Millonarios en este momento es quizás un equipo que tiene que reconstruirse; jugadores importantes se fueron y a otros sus lesiones aún no los dejan estar en el campo.
El corazón del hincha se gana con resultados, con las ganas que se muestre en la cancha. Hay maneras de ganar y maneras de perder, pero siempre será mejor corregir con la victoria en la mano y, por ahora, el equipo es una fusión entre ese equipo picante que se vio el domingo en la primera mitad, que corre todo, que muerde y quiere acribillar al rival, y el equipo de la segunda mitad que está aterrado de perder, de repetir ese marcador que nos ha perseguido. Por fin se rompió la racha de derrotas, aunque en el primer tiempo no nos movía el miedo a perder, si no las ganas de ganar.
Ahora, que un poco de presión se libera con la hinchada y las situaciones mal manejadas, es hora de volver a ser el equipo que quiere triunfar y no el que no quiere perder, que no son para nada lo mismo. El que quiere triunfar saca las fuerzas y las habilidades de si mismo, se tiene confianza y creen en lo que puede hacer, en cambio, el que no quiere perder, solo se defiende, renuncia a su capacidad de agredir y confía es que el rival no haga lo que debe hacer, como un plegaria, como una súplica.
Esta vez a los hinchas los entiendo. Siempre he sido más de creer hasta reventar, aguantar y, aunque no podemos olvidar que a los que tengan esta camisa hay que apoyarlos, es cierto que esta vez deben demostrar al hincha que pueden confiar en ellos, no porque hayamos perdido, no es que la derrota sea una sensación ajena porque es parte del deporte, sino fue la forma de la derrota, como lo hicimos y cómo lo siguieron haciendo; ese equipo que salió sin sangre es imperdonable.
No se trata siquiera de ganas en la pura expresión de la palabra, se trata de compromiso con la gente que te paga un sueldo, con la hinchada y con los que creen en ti y que con la confianza de la gente no se juega; se trata del pacto sagrado de este deporte que reza: “ustedes llenan las gradas y nosotros nos reventamos en la cancha”, pacto que se tiene desde que el mundo vio la pelota girar y no se puede romper porque tengamos un mal partido. Si los jugadores no son los primeros en creer en sí mismos, no se le puede pedir a la hinchada que crean en ellos.
Si jugamos como el primer tiempo de ayer es sencillo recuperar a la hinchada, pero si jugamos como el segundo, todo será una tortura y entre más se ponga complejo el rival, la cosa empeorará y eso es lo que acaba con los proyectos que tienen futuro; a creer o perecer.
@Cadosch12