La victoria lo es todo en el fútbol; es el éxtasis y puede ser el narcótico ante cualquier posterior caída, pero hay unas que te quedan grabadas en la memoria, un recuerdo lleno de luz y de voces alrededor cantando, gritando.
Hay noches que uno agradece el estar vivo, por estar allí al lado de Millonarios, siempre ser fiel, cuando más la ves oscura, cuando todos nos consideran eliminados, aparece esa garra embajadora que lo devora todo. No hablo solo de las noches de campeonato, que están allí como recuerdos dulces, hablo también de esos partidos de fecha regular, de una goleada o la vez que sacamos a uno u otro jugador del partido.
Bueno, la noche del 17 de abril de 2018 le quedara grabada toda la vida a la generación sufrida, todos los que este momento tienen menos de 30 años, a ellos quiero dedicar este escrito. No les pido que se sientan campeones continentales, les pido que analicen todas las que han sido sus noches de Copa Libertadores, porque las de copa sudamericana son una historia para después.
Antes de ser campeones en el 2012, muchos de nosotros, en 17 años, nunca habíamos presenciado una noche de Copa Libertadores, era algo lejano para nosotros, casi titánico. 16 años sin ir a la fiesta más grande del futbol suramericano nos pesaron mucho, pero no debilitaron a la “muchachada”, seguimos allí, sin importar el lugar de la tabla, sin importar que fueran los otros lo que dieran la vuelta, los que usaran el pasaporte.
Pasaron 23 años para que Millonarios volviera a golear en Libertadores, amigos hace 23 años yo era alguna idea en la cabeza de mis padres, muchos de nosotros lo éramos. Así que no es un victoria menor; es una recompensa al seguir aquí sin importar nada. Esto nos sigue demostrando que al fin se acabaron las épocas tan oscuras que nos toco vivir, la desdicha en las que nos toco sacar todo el amor que teníamos por Millonarios para estar en el Campín.
De ni siquiera participar a golear en casa, y no importa si no era un gigante suramericano, no importa si no eran los goles de la clasificación, antes que la lógica y los números lo asalten, piense en todas las noches de copa que nos tuvimos que aguantar con el corazón roto, incluso hace poco eliminados en primera ronda.
Este es su premio por nunca abandonar: ver una goleada embajadora que tomo dos décadas. Renueve su fe en el equipo, que con los huevos que ellos le ponen, y el corazón de esta hinchada, nunca se sabe a donde se puede llegar.
De gracias porque tuvo su lugar en el Campin para esta proeza. Esta es una semana y una vida espectacular para ser azul, para jamás haber dejado de ser suyo.
@Cadosch12