Cuando una hinchada logra construir un valor común, cuando empieza a pensar en comunidad, lo hace en grande. El fútbol se ha caracterizado por ser el lugar donde las luchas del pueblo toman cuerpo, toman voz y viven.
En el Campín, quizás, fue la primera vez en años que nos volvimos a encontrar en una comunión sagrada. Quizás no tengamos ya barra emblema, quizás no estemos organizados y tengamos más desacuerdos como hinchada de los que a cualquiera le gustaría admitir. Quizás la identidad embajadora está mutando y por eso sus generaciones más jóvenes, a los que ya nos está tocando llevar la batuta, no sepamos para donde va esa identidad.
Millonarios y su hinchada ayer se encontraron para defender lo que no quieren ser. Sabemos que el punto número uno es que el color de ninguna manera lo vamos a negociar, menos con las entidades del estado. El azul es todo lo que somos, todo lo que al final poseemos; es un pacto sagrado que tenemos con los que ocuparon la tribuna antes que nosotros, a la final un club no son los títulos que ganó, ni las vueltas que dio: es un par de colores y la conexión de su gente con ellos.
Nos pueden quitar un emblema tan importante como el escudo, como nuestras camisas, nuestras chaqueta y bufandas, si lo que quieren es eliminar el escudo puede que con la represión lo consigan, lo que jamás podrán eliminar, ni cerrándose el estadio, es la sensación de lealtad, de amor, de comunión. Sabemos que no queremos ser los lacayos de unas medidas que nos miran por un prisma distorsionado; Millonarios es libertad y por eso logra ser las alas de algún joven miserable, logra ser la cura en momentos donde parece que nada tiene sentido.
Millonarios es la herencia de mis viejos. Nacimos viendo azul por todas partes de la casa, todos sabíamos que los cubiertos con bordes azules, los individuales azules, el llavero con alguna llave pintada de azul y cuanta cosa quieran poner con su imaginación aquí no fue gratis, era un código. El azul es el color que nos llena, que nos hace sentir que todo va estar bien porque nuestros momentos más felices están pintados de ese color; cuando recordamos que es ser feliz inevitablemente pensamos en azul. Nos pueden quitar la camiseta, pero nosotros sentimos en matices de azul.
Así que quiten lo que se les dé la gana, ya tenemos claro qué no queremos ser, qué debemos preservar, incluso sin ponernos de acuerdo lo hicimos, cuidamos nuestro preciado azul y demostramos que cuando nosotros los hinchas azules nos unimos, el resto se hunde.
Secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá, hace falta mucho más que unas camisas para prohibir que exista Millonarios, para eso tendrían que extinguirnos. Somos un sentimiento teñido de azul y piense lo que quiera, pero somos esta ciudad.
@Cadosch12