Soy hincha de Millonarios por culpa de mi papá.
Podría haber sido hincha de cualquier otro equipo, incluso podría no gustarme el fútbol colombiano. Pero el amor y la pasión que tiene mi papá por los colores azules no podían morir en la familia solo porque no tuvo un hijo. Así que, como buena hija mayor con una pasión por los deportes que aún hoy me pregunto de donde salió, heredé esa devoción por un equipo que nos ha hecho sonreír y sufrir a partes iguales. Pero que se ha vuelto parte de la tradición familiar.

Ayer, cuando le di la noticia de que Miguel Ángel Russo había muerto, vi en su rostro una tristeza distinta. Se quedó en silencio. Se pasó la noche en el celular, viendo videos, recordando goles, entrevistas, momentos. No solo se había ido un extécnico de Millonarios, se había ido alguien que marcó una parte importante de nuestra historia.

Tuvimos la suerte de conocer a Russo una vez, en el aeropuerto El Dorado. Estábamos resolviendo algo de unos tiquetes para unas vacaciones que ya no recuerdo, y el equipo viajaba a otra ciudad para un partido que tampoco recuerdo. Pero lo que no se me olvida es la sonrisa de Russo cuando mi papá, con esa emoción de niño chiquito, le pidió una foto (que nos tomó mi mamá).
Se quedaron hablando un momento sobre el equipo y mi papá, con esa fe inquebrantable de hincha, le dijo algo como: “Vamos por la 15”. Imagínense la alegría de ese hombre cuando, un tiempo después, vio a Millonarios campeón frente a Santa Fe. Estábamos en casa, y se le salieron las lágrimas.

Ayer, cuando volvimos a la casa, mi papá sacó un libro sobre la historia de Millonarios. En la parte de atrás tenía pegada la foto de ese día en el aeropuerto. La tenía ahí como un tesoro, como si fuera un símbolo de orgullo haber estado frente a uno de los grandes. Y me di cuenta de que Russo, sin saberlo, se había vuelto parte de nuestras memorias más queridas.

El fútbol tiene esa magia inexplicable de unirnos de la forma más hermosa posible. Miguel Ángel Russo quizás no conoció ni a la mitad de los hinchas de Millonarios en persona, pero ayer, cuando se supo la noticia de su muerte, miles de corazones azules sintieron ese mismo dolor. El de perder a alguien que hizo parte de nuestras alegrías, de esas noches inolvidables de 2017 y 2018, de un hombre que luchó dentro y fuera de la cancha, con la misma dignidad con la que nos enseñó a creer.

En estos días se escuchará mucho la frase que Russo dijo en aquella rueda de prensa, después de volver a dirigir a Millonarios tras superar sus problemas de salud:

“Todo se cura con amor.”

Y ese, sin duda, es el mensaje con el que quiero quedarme de él.
Del técnico que nos hizo tan felices.
Del hombre que, con su fortaleza y humildad, se ganó un lugar eterno en el corazón de la familia azul.

Q.E.P.D. Miguel Ángel Russo