Millonarios firmó una de sus peores presentaciones en el Atanasio Girardot y dejó escapar un invicto de ocho años frente a Nacional en ese estadio. El 2-0 en contra dejó un sabor amargo, no solo por la derrota, sino porque el equipo se vio superado en los momentos clave y ahora quedó con muy poco margen de error para soñar con la clasificación a los cuadrangulares. La eliminación parece definitiva.

Lo bueno

A pesar del mal resultado, en el primer tiempo Millonarios mostró orden y resistencia. El equipo supo aguantar durante los primeros 45 minutos y no se vio del todo sometido ante un planteamiento superofensivo de Nacional. En el primer tiempo las únicas opciones claras fueron de Nacional: un remate de Edwin Cardona y un cabezazo suave de Juan Bauzá. A pesar de ello, Millonarios consiguió mantener su arco en cero e iba al descanso con la ilusión de mejorar en la segunda parte o, al menos, de rescatar un empate.

Lo malo

Las desatenciones en momentos clave volvieron a pasar factura. El primer gol llegó tras una pelota quieta mal defendida y una desconcentración de Cabezas Hurtado y Edwin Mosquera que le dieron la espalda al balón. Apenas unos minutos después, otro error de Mosquera, que cruzó a Alfredo Morelos y penal a favor de Nacional convertido por Campuzano. Esto terminó de desarmar al equipo azul y condicionó el resto del juego. Millonarios se vino abajo en ocho minutos.

La falta de variantes también pesó. Torres tuvo que improvisar con Samuel Martín como lateral izquierdo ante la lesión de Danovis Banguero, una muestra clara de lo limitada que está la nómina. Además, cuando Millonarios intentó ir al frente, se notó la falta de claridad y contundencia en ataque, un mal que lleva pesando todo el semestre.

Lo feo

Lo más doloroso fue perder el invicto de ocho años en Medellín, un registro que tenía un fuerte valor simbólico para el club y su hinchada. La derrota, además, complica la clasificación a los cuadrangulares: Millonarios ya no depende de sí mismo y el margen de error es casi nulo.

También fue feo y doloroso el desgaste emocional. La repetición de los mismos errores en pelotas quietas y desconcentraciones defensivas, desmotiva al equipo y la paciencia de la afición. Como lo reconoció el propio Torres, el equipo está en deuda y la reacción debe ser inmediata.

El clásico dejó aún más al descubierto las falencias de este Millonarios: poca contundencia ofensiva, fragilidad en momentos decisivos y una nómina corta para enfrentar compromisos de alta exigencia. Pero duele más perder el invicto.

De aquí en adelante, el reto es mayúsculo: corregir errores, recuperar la confianza y elevar el nivel colectivo. Millonarios no puede permitirse más tropiezos si quiere mantener viva la ilusión de estar entre los ocho. Se viene América en El Campín.