Describir algo tan intangible como un sentimiento es una tarea que muchas personas se han trazado a lo largo de los años, utilizando diferentes métodos y buscando representaciones físicas para poder lograrlo. El amor, entre muchos otros sentimientos, es parte de ese grupo de cosas que se puede definir a través de la acción, del actuar y que más allá de tener una definición absolutamente subjetiva, todos hemos sentido y experimentado en algún momento de la vida.
El fútbol y el amor abarcan una relación muy amplia, llena de historia, anécdotas, polémica y grandes hazañas. Millonarios no puede ser la excepción, pues involucra amor y fútbol todos los días, en cada decisión, en cada partido y ha construido una historia gigante basada en estos dos pilares. Hablo de amor porque amar a Millonarios es un acto de fe inquebrantable, es un sentimiento que no tiene lógica ni medida, es una obsesión pura. Hablo de amor porque Millonarios es un vaivén de ilusión, una montaña rusa de expectativas que nos trastoca cada temporada como se le antoja y que no dimensiona el poder que tiene sobre cada persona que lo siente de verdad.
Quizás los hinchas, enceguecidos por tanto amor, no somos capaces de entender que la ilusión que nos consume se alimenta de actos de amor por parte de muchas personas ahí afuera que, por cualquier razón del destino, fueron designadas para enamorarse de Millonarios tanto como nosotros. ¿Cómo pedirle a un hincha que no se ilusione? ¿Cómo explicarle al corazón que más allá de los resultados existe una locura pura y fuerte dentro de nosotros? Es que hemos sido testigos de actos de amor tan puros, que no tenemos herramientas suficientes para dejar que las dudas nos ganen y así, justo así, debería ser siempre el amor.
Para no ir muy lejos en la historia comencemos en 2003 cuando vimos a Héctor Búrguez tapando un partido con una muñeca fracturada. En 2004 fuimos cómplices de una campaña para recaudar fondos desde la hinchada con la venta de manillas y luego enn 2006 creímos en un Ricardo Ciciliano que decidió atajar un penal de cuadrangulares. En 2011 recibimos a un Mayer Candelo que volvió para convertirse en bastión de dos campeonatos que nos hicieron sentir en carne propia la satisfacción de no haber abandonado nunca; en ese glorioso 2012 celebramos junto a un Lucho Delgado que se haya convertido en nuestro héroe mientras parte de su corazón se apagaba a pedazos. Ni qué decir de ese Henry Rojas que en 2017 optó por congelar el tiempo con un zurdazo repleto de dignidad y esfuerzo tras recuperarse de una grave lesión o de Miguel Ángel Russo que sacó fuerzas de donde no las tenía para liderar a un equipo que, guardando su secreto bajo llave, salió a dejar el alma en el Campín. Y es que, así como le creímos a Russo cuando afirmó que todo se cura con amor, le creemos a Millonarios siempre porque todo se hace por amor.
Del lado de la hinchada hay personas que han cruzado fronteras siguiendo a Millonarios, que han dejado de invertir tiempo importante por un partido, que han cancelado reuniones, que se han cohibido de algún gasto por poder acompañar al equipo, que han arriesgado hasta la vida misma por esa razón inexplicable de lo que genera Millonarios en nosotros; han puesto este amor por encima de todo y se bancan todos los días el cuestionamiento del que no sabe entender. Ahora hablamos de un Freddy Guarín y un Fernando Uribe que vienen en medio de una pandemia, con una liga inestable, sin público, con ingresos generalmente reducidos y tras un 2020 sin resultados deportivos para cumplir el sencillo sueño de estar aquí. Así, sin más razones que un par de corazones azules repletos de ilusión por hacernos cada vez más grandes.
Hablamos de un equipo conformado en su mayoría por canteranos que salen a gozarse cada partido porque saben que están viviendo su más grande anhelo y que le inyectan a cada jornada 90 minutos de pertenencia como si el club mismo fuera de su propiedad. Tenemos un cuerpo técnico que más allá de su obligación laboral sigue al frente de un proyecto que fracasó la temporada pasada, rescatando todo lo bueno que se pueda para corregir y seguir; Y ¿saben? Qué más da si para muchos estamos exagerando, es que razones suficientes tenemos.
Millonarios, su gente, su equipo y su hinchada se enfrentan a un 2021 de muchos retos, pero con demasiado amor. Nos enfrentamos a un nuevo torneo con la misma ilusión con la que comenzamos siempre, creyendo firmemente que pasar la página es mágico y poderoso para volver a comenzar y que nuestra recompensa llegará, porque nos la merecemos. Enfrentarnos a la vida en torno a Millonarios siempre será el acto de amor más grande, más sólido y más importante. Nunca sabremos con exactitud cuantas hazañas logremos con tanto amor, pero si de algo podemos estar seguros es de que cada persona que se relaciona con este escudo y lo quiere de verdad, ha tenido un motivo suficiente para amar con el alma.
¡Por muchas alegrías y por ti para siempre Millonarios F.C.!
@lauraguaqueta