Millonarios cerró su participación en la Liga BetPlay 2025-II con una victoria 1-2  ante Boyacá Chicó en el estadio La Independencia de Tunja.

El triunfo, aunque intrascendente en la tabla, sirvió como un respiro para un equipo que venía golpeado por los resultados y las críticas. Los goles de Leonardo Castro y Beckham Castro rompieron una racha de solo empates y cierran un semestre y un año para el olvido en la historia de Millonarios.

Lo bueno

El equipo dirigido por Hernán Torres mostró una versión más comprometida, especialmente en el primer tiempo. Millonarios se fue arriba muy temprano, apenas a los tres minutos, cuando Leo Castro sacó un potente remate que terminó en el fondo del arco. Golazo.

Ya en la segunda mitad, a los siete minutos, el conjunto azul volvió a marcar tras una buena jugada colectiva: Mackalister Silva filtró un pase largo, Banguero controló con calidad y asistió a Beckham Castro, quien definió con precisión para poner el 1-2 definitivo. Una secuencia que recordó, por momentos, el fútbol asociativo y ofensivo que tanto caracteriza al club embajador.

Más allá del resultado, lo bueno es que Millonarios cerró un semestre para el olvido con una victoria simbólica. El 2025 dejó duros golpes deportivos: este segundo semestre fue la peor Liga en cinco años y la peor campaña en once. Pero el triunfo en Tunja también representa una oportunidad para replantear el proyecto, no solo desde lo futbolístico, sino desde lo estructural. Es hora de que el equipo retome el camino hacia lo más alto de la Liga y recupere el protagonismo internacional que su historia demanda.

Lo malo

El triunfo, sin embargo, no alcanza para ocultar las grietas que vimos a lo largo del semestre. En defensa, el equipo volvió a exhibir fallas en el retroceso y en la marca zonal. Boyacá Chicó, pese a su discreta campaña, logró poner en aprietos a la zaga azul con balones cruzados y desbordes por las bandas, logrando así el empate en el primer tiempo. La fragilidad en el bloque bajo y la falta de sincronía entre los centrales siguen siendo una constante que Hernán Torres no ha podido resolver.

Además, el rendimiento físico del plantel mostró desgaste: tras el minuto 70, el ritmo cayó visiblemente y el control del juego se perdió. Esa falta de fondo físico explica, en parte, por qué Millonarios no logró sostener su superioridad ni cerrar el partido con autoridad.

Lo feo

Quizás lo más preocupante es que el equipo parece haberse acostumbrado a ganar sin convicción. La celebración del pitazo final tuvo un aire más de alivio que de alegría. Los jugadores y el cuerpo técnico saben que esta victoria no borra un semestre lleno de frustraciones: eliminación temprana en la Copa, irregularidad en la Liga y una desconexión evidente entre las expectativas del hincha y el rendimiento del grupo.

La imagen de un Millonarios resignado, con escaso brillo y poco liderazgo dentro del campo, deja la sensación de un ciclo que pide renovación.

En definitiva, el 1-2 en Tunja no cambia la narrativa del año: Millonarios cierra un 2025 lleno de contrastes, con más dudas que certezas y la obligación de reconstruirse.

Lo bueno fue reencontrarse con la victoria y recuperar la confianza de algunos de sus referentes como Leo Castro. Lo malo, seguir mostrando fragilidad defensiva y falta de ritmo. Y lo feo, aceptar que un club grande como Millonarios haya tenido que despedir el año celebrando un triunfo sin trascendencia, aferrado más al recuerdo de lo que fue que a la ilusión de lo que puede volver a ser.