El sentido de pertenencia es un concepto bastante fácil de tratar y muy complicado de llevar a cabo de manera objetiva, más aún cuando se trata de una situación carente de autocrítica, carente de lógica, carente de mejoras y peor aún: carente de resultados.
A Millonarios como club y como equipo se le refundió este concepto durante los últimos años, quemando técnicos, jugadores, procesos e ilusiones como si fueran oportunidades gratis y dadas por hechas.
Por evidentes razones humanas nadie está en el derecho de cuestionar lo que un hincha siente y hace por su equipo, así como lo que un jugador se esfuerza por mejorar y hacer bien su trabajo. Sin embargo, cuando los resultados no se dan, cuando el amor no es suficiente, cuando la displicencia y la arrogancia pueden más que la satisfacción del deber cumplido, es cuando hay que cuestionar si realmente existe un poquito de dignidad y respeto por el vínculo laboral, salarial, afectivo, profesional o personal que se pueda entablar con una institución como Millonarios.
Dejémonos de excusas. No se puede hacer una campaña nefasta para salir a decir en 4 ruedas de prensa seguidas que intentamos pero no se nos da. No podemos perder los puntos vitales de un partido al empatar con un equipo que cada año se cambia el nombre y salir riéndonos y compincheando como si acabáramos de salir de una fiesta de cumpleaños. No podemos excusarnos en no exigir un arbitraje digno porque nos van a amonestar y debemos guardar compostura. No podemos alardear de alianzas en redes sociales con patrocinadores de renombre cuando no somos capaces de sacar un comunicado acertado sobre el estado de salud de un jugador lesionado.
No podemos exigirle constancia a una hinchada a la que le sacamos un plan de marketing que premia todo menos la lealtad y la persistencia. No podemos hablar de lógica cuando no sacamos una imagen conmemorativa felicitando al fundador del club. No podemos pedir calma y comprensión cuando no sentimos lo que otros sienten y ni siquiera nos tomamos el trabajo de intentar comprenderlo.
Aquí ningún hincha espera que todos los jugadores tengan tatuado el escudo de Millonarios en la espalda o que las directivas las integren ex-miembros de una barra tradicional. Aquí lo que la hinchada pide es un poquito de delicadeza y sensatez, un poquito de amor por el trabajo, un poquito de sentido de pertenencia, de amor por lo que les da la oportunidad de trabajar en lo que aman y soñaron desde siempre, un poquito de empatía con quienes dejamos mucho para poder verlos y apoyarlos de distintas formas.
Nos reímos de que nuestro técnico diga que al equipo le falta un poquito para ganar y tristemente nadie cae en cuenta que quizás ese poquito es el mismo poquito de amor que a muchos nos gustaría transmitirles y que entendieran. ¿Será muy difícil verlo así? ¿Será que de verdad es un despropósito esperar que desde el momento cero de un trabajador en Millonarios se les inculque el cariño por su labor? ¿Será muy desatado que quien sea que abra una vacante en la empresa de Millonarios acepte un poquito de fanatismo y amor sincero por lo que la institución representa?
Personalmente, me tiene realmente agotada pensar en mil excusas para justificar cosas que a simple vista son tan sencillas cuando uno las ve desde el corazón y la fe. No logro entender qué tan difícil es manejar una comunicación lógica y transparente con la hinchada (que además somos sus clientes), tampoco entiendo qué tan grave puede ser que un jugador salga y se coma entera la cancha y sienta la camiseta para hacer valer todo el esfuerzo con el que trabaja durante la semana. Menos voy a entender el pecado que implica reconocerle a la hinchada su amor incondicional y mirar un poco hacia las tribunas y no hacia la cuenta bancaria únicamente, así como tampoco entiendo por qué no ser más rebeldes y arriesgados a la hora de pronunciarse, de trabajar, de decidir, de proponer y de revolucionar para bien el proyecto entero de lo que Millonarios significa.
Me queda de este proceso tembloroso y débil una sensación de confusión tremenda. No se si soy demasiado ingenua para algo como Millonarios y espero que ver el escudo siempre sea mi motivo suficiente para no dejar de creer, sacudirme la decepción y volver a emocionarme con cada nuevo partido. Que lo que venga siempre sea para mejorar y que los esfuerzos siempre valgan la pena. Que nunca se nos olvide que el sentido de pertenencia significa amar el sitio donde nos desempeñamos, donde nos encontramos, donde tenemos una responsabilidad, donde hay un compromiso, donde prometimos siempre estar.
Te amo Millonarios.
@LauraGuaqueta