Empecé a oír el nombre de Nicolás Vikonis cuando llegó a Colombia para tajar en el Atlético Bucaramanga, que en ese momento jugaba en el ascenso; aunque era complicado ver los partidos era muy común ver en los resúmenes y reseñas que el portero uruguayo salía figura. Recuerdo también que estando allá sufrió un fuerte golpe que le produjo una fractura de tabique pero se pudo recuperar y dio el salto a primera división para jugar con Patriotas.

En Liga era más fácil verlo por televisión y como también se destacó con buenas actuaciones, incluyendo una racha importante atajando penales, empezó a llamar la atención de equipos grandes; estando en el equipo de Boyacá sufrió otra fractura, esta vez de cúbito. Allá también vi su primera expulsión tras cruzarse con Jairo Castillo en el entretiempo de un clásico boyacense, algo extraño para un tipo tan tranquilo.

En 2015 y bajo la dirección técnica de Ricardo Lunari llego a Millonarios, a préstamo por un año y con opción de compra. En un equipo cuyo fuerte no era la defensa empezó a destacarse y pese a que el equipo ganaba dejaba varias atajadas notables por partido. Era la novedad y salía figura, por eso era de los más buscados en zona mixta. En ese espacio tuve  la oportunidad de conocerlo y de ahí que quisiera hablar de él como persona.

Me llamó la atención que se tomaba el trabajo de aprenderse el nombre de todos los periodistas que cubren Millonarios y normalmente los atendía después de cada partido, a todos, desde canales y emisoras reconocidas hasta medios independientes y que apenas arrancaban. Le daba tiempo a periodistas reconocidos o a practicantes que daban sus primeros pasos. También tuve la oportunidad de dialogar con él en el espacio de atención a prensa que el club abre ocasionalmente después de los entrenamientos; más allá de las preguntas de rigor hechas por los medios siempre sacaba espacio para charlas más informales con cualquiera que se le acercara. Nunca lo vi negar un autógrafo, una foto o algún saludo que le pidieran grabar.

Las charlas se hicieron más comunes y constantemente se prestaba para la reflexión. Me parecía interesante estar desglosando partidos con uno de los protagonistas de mi equipo como lo hacía con cualquier hincha más pero me llamaba más la atención la forma en que recibía elogios y críticas de la misma forma.

Algunas veces le hice saber mi inconformismo con algunas de sus actuaciones y así mismo aceptaba o replicaba de forma franca. Del saque que tanto le criticaban aceptó las cosas que tenía que corregir  y tiempo después  me mostró, con números que le entrega el club de su rendimiento individual, que había mejorado un montón y eso se vio en su último año.

De los penales también hablamos y supe la manera en que prepara cada partido, no solo los que pueden definirse por esa vía, ahí entendí la importancia de Juvenal Rodriguez, preparador de arqueros de Millonarios. Lastimosamente siempre fue el señalado en las series que se perdieron asumiendo que no se trabajaba, finalmente en la campaña del campeonato atajó dos que dieron vida al equipo en partidos importantes.

Fue criticado por una reacción indebida al inicio del 2017, reacción que le mismo reconoció como un error. Nunca debió tratar de razonar con un tipo que estaba puteando en  la fecha uno de la Liga y que por más calma que le pidió siempre respondió con ofensas. Nadie supo  lo que  estaba pasando en esos momentos en su vida personal, aún así pagó en silencio y regresó a su arco.

De Nicolás Vikonis, el golero, podemos hablar por lo que vimos en la cancha y ahí tuvo puntos altos, muchos,  y otros no tanto. De  él como profesional hay que decir que nunca bajó los brazos, aceptó que el club desechara una jugosa  opción de irse a jugar al extranjero a mitad de una Liga, sin refutar;  la confirmación de un nuevo portero no lo amilanó y se hizo más fuerte, las críticas no lo mermaron y al contrario terminó siendo un estandarte de la campaña del campeón de la estrella 15.

Se guardó varios momentos difíciles para evitar ser tomados como excusa en caso de un bache. De la persona hablarán las obras sociales en las que participó, cada detalle que desinteresadamente dio para hacer felices a muchos hinchas, sobre todo niños, y más que nada  la humildad  con la que recibió el trofeo de campeón, no sin antes pedir perdón por las malas del pasado.

El hijo de Alma y Otto, el hermano de Andrés, cumplió su sueño y el nuestro, se aguantó las malas y se fue como campeón.

Dejó su nombre escrito en la gloriosa historia de Millonarios; por eso y su actuar siempre tendrá las puertas abiertas. Alguna vez  dijo que el mejor momento de su carrera había sido llegar a Millonarios, ni me imagino lo que significó ser campeón acá.

Al arquero de la 15  muchos éxitos, se los merece. Nos volveremos a ver uruguayo querido.

JUAN PABLO CAMELO S.

@JuanPCamelo